El pasado miércoles, Ulises Bueno fue protagonista de una emotiva jornada en el ciclo de streaming Un poco de ruido, donde además de interpretar sus clásicos, compartió pasajes íntimos y reveladores de su vida.
Habló de su hermano Rodrigo, de sus años oscuros marcados por las adicciones y de cómo logró salir adelante gracias al amor de su familia. En ese recorrido, también evocó la figura de Walter Olmos, el joven cuartetero de Catamarca que marcó una época.
Ulises recordó con sinceridad la etapa posterior a la trágica muerte de Rodrigo, cuando comenzó a acercarse más intensamente al mundo de la música. Relató que sentía celos del micrófono exclusivo que usaba su hermano, un objeto cargado de simbolismo y afecto.
En ese contexto, contó que cuando Walter Olmos iba a ensayar y usaba ese micrófono, él pedía que se lo cambiaran porque consideraba que era algo sagrado.
Rodrigo, por su parte, nunca quiso que Ulises se dedicara a la música, sabiendo los riesgos y excesos que implicaba. Sin embargo, sí fue un firme protector de Walter Olmos, a quien apadrinó cuando apenas era un chico de la calle que soñaba con los escenarios. Le dio espacios para ensayar y le prestó parte de su equipo, confiando en su talento y carisma.
La paradoja es increíble: Ulises creció entre dos gigantes del cuarteto, Rodrigo y Walter Olmos. Celó inocentemente a uno desde un dolor profundo. Hoy, ya convertido en un referente indiscutido del género, rinde homenaje a ambos cada vez que sube al escenario. Ese micrófono que un día pidió sólo para él, lleva ahora las voces de quienes ya no están, pero siguen sonando en cada acorde.