También el 5 de septiembre conmemoramos a San Lorenzo Justiniano, el primer Patriarca de Venecia, nacido en 1381 en una de las familias nobles más influyentes de la República de Venecia. Su vida fue un contraste entre la riqueza y la vanidad de su origen y la profunda piedad y austeridad que abrazó.
Desde joven, Lorenzo mostró una inclinación por la vida espiritual, rechazando las comodidades de su posición. A los 19 años, ingresó en la Congregación de Canónigos Regulares de San Jorge en Alga, una orden conocida por su rigor y observancia de la regla agustiniana. Se dedicó con fervor a la oración, el estudio y la penitencia.
En 1433, fue nombrado obispo de Castello (que luego sería la sede patriarcal de Venecia). Su episcopado fue un modelo de celo pastoral. Trabajó incansablemente en la reforma del clero, predicando con el ejemplo, promoviendo la disciplina eclesiástica y combatiendo las supersticiones y la ignorancia religiosa entre el pueblo.
Lorenzo Justiniano fue un prolífico escritor de obras espirituales que reflejan su profunda vida interior y su amor por la Iglesia. Fue conocido por su humildad, su caridad con los pobres y su sabiduría en la dirección espiritual. Falleció en 1456 y fue canonizado por el Papa Alejandro VIII en 1690.