Por Marcelo Carabajal
Milagros Nieva tiene 14 años de edad y nació con una pierna amputada y con el diagnóstico de Amelia, una anomalía congénita que se caracteriza por la ausencia completa de una o más extremidades del cuerpo. Por esta razón, debieron colocarle una pierna ortopédica.
Lo primero que se preguntaron sus padres, Diego Nieva y Lorena Batallán, es si ella iba a poder caminar. Ellos encontraron en la médica Ana Benegas la compañía y la orientación que necesitaban para que Milagros pueda hacerlo.
Diego y Lorena buscaron una actividad deportiva que pudiera realizar Milagros, y se inclinaron por la natación. Milagros empezó a nadar en una pileta del centro de la ciudad Capital. Lo hizo con temor porque desconocía cómo se iba a desenvolver en el agua. Al tiempo, se animó a más, pasó a las aguas abiertas, e incluso comenzó a competir y a representar a Catamarca en el deporte adaptado.
“Al recibirla a ella y saber que tenía una pequeña discapacidad, motora en este caso, fue duro. ‘¿Podrá caminar?’, es una pregunta que nos hacíamos. Y bueno, gracias a Dios y a los doctores que nos cruzamos en ese momento, nos recomendaron a la doctora Ana Benegas, quien nos orientó de tal manera que hoy por hoy ‘Mili’ está caminando con total normalidad y con esa aceptación, y pudiendo hacer el deporte que ella quisiera”, comentó Diego a El Ancasti.
En el camino, Diego se convirtió en uno de los entrenadores de “Mili”. “Todo comenzó como padre que busca lo mejor para un hijo. Dio la casualidad de que me tocó estar del lado de profe, y a la vez poder ayudar en los entrenos a los chicos como colaborador. Así, poco a poco fui aprendiendo de los profes. Muchas veces no hace falta una capacitación precisa sino el tener el corazón, la voluntad de querer aprender y poder ayudar. Se trata de ayudar a los demás. Así fuimos incursionando en esto de poder ingresar en aguas abiertas y colaborar con los profes. Así vamos conociendo sobre el tema de la discapacidad, cómo tenemos que manejarnos en ciertas situaciones, y cuáles son los recaudos importantes a tener en cuenta. Y hacerlo al lado de mi hija, es lo más grande que me puede pasar. Soy un agradecido totalmente de ello”, aseguró.
Milagros, por su parte, recordó que cuando inició “no quería porque tenía miedo de cómo iba a ser. No sabía cómo iba a ser. Después, me fui animando. Ahora, me encanta y lo hago con dedicación y voy a varias competencias. Me gusta lo que hago. Me acompañaron los profes en todo esto. Después me fui soltando en el dique (El Jumeal) con la ayuda de todos los profes y mis compañeros que me acompañan siempre”.
La nadadora explicó que se siente bien cuando compite en algún certamen de natación adaptada porque sus familiares y compañeros “están ahí siempre”.
Por último, Milagros fue consultada sobre si en algún momento pensó que la discapacidad podría limitarla para entrenar o para incursionar en las aguas abiertas. “Yo no. Siempre lo hacía y me sentía libre a la hora de hacerlo porque los profes y mis compañeros me dieron esa confianza. Me gusta cuando nado”, cerró.