domingo, 13 de abril de 2025 10:50
El 12 de abril, se encontró muerto en su celda del Complejo Penitenciario de Bouwer, en Córdoba, al represor Héctor Pedro Vergez, quien cumplía una condena a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en Argentina.
Vergez, conocido como “Vargas” o “Gastón” entre sus compañeros del Batallón 601, fue una figura emblemática del terrorismo de Estado. A pesar de su condena, vivió con tranquilidad tras la restauración democrática, hasta que en 2011 fue juzgado por la desaparición de varios opositores, incluidos el empresario Julio Gallego Soto y el funcionario Juan Carlos Casariego de Bel. Durante su juicio, se evidenció su desdén, ya que se presentó encorvado, con la cara oculta entre sus manos, mientras las cámaras lo enfocaban.
En su pasado, Vergez había sido jefe del campo de concentración La Perla y era conocido por sus tácticas de interrogación. En una entrevista en 2004, se describió a sí mismo como un “lobo solitario”, afirmando haber salvado vidas y llevando a cabo negociaciones complejas con sus víctimas. Afirmaba haber “doblado” a Javier Coccoz, exjefe de inteligencia del ERP, antes de su ejecución.
Su carrera delictiva se extendió desde la militancia en el Comando Libertadores de América hasta su papel en el secuestro de opositores, incluyendo el director del diario El Cronista Comercial, Rafael Perrota. A pesar de su captura en 2006, Vergez mantuvo un perfil bajo, y su arresto fue resultado de la invalidación de las leyes de amnistía.
Vergez dejó un legado oscuro marcado por la violencia y el terror. Su fallecimiento marca un cierre en la vida de un personaje que estuvo en el centro de la represión en Argentina, dejando tras de sí un profundo dolor para las familias de sus víctimas y un recordatorio de las heridas aún abiertas de esa oscura etapa de la historia del país.