martes, 5 de noviembre de 2024 01:31
Llegaron noticias en los últimos días de una serie de gestiones que lleva adelante el vicegobernador Rubén Dusso en Chile, para avanzar hacia uno de los proyectos más ambiciosos y complejos que atesora Catamarca: el Corredor Bioceánico. Hace más de una década que se está trabajando por la concreción de esta idea y es significativo todo lo que se logre, más allá de la lógica lentitud del proceso. El Corredor Bioceánico Ferroviario por el Paso de San Francisco es un proyecto integrador de las naciones argentina y chilena que permitirá la salida exportadora de la producción catamarqueña, así como de otras 16 provincias argentinas y países limítrofes, a través de los puertos de aguas profundas de la tercera región de Chile. El objetivo fundamental es el ahorro de costos en materia de tiempo y recursos logísticos para llegar a los mercados del continente asiático, brindando la mayor competitividad posible a la producción local. Se trata de una iniciativa históricamente anhelada que permitirá tanto a Catamarca como al Norte Grande y Centro argentinos establecer un sistema de intercambio económico que potenciará el desarrollo de las provincias, equilibrando las asimetrías con la zona portuaria del país, en pos de un crecimiento Federal de toda la Nación.
No se trata de un capricho catamarqueño. Provincias como La Rioja, Córdoba y Tucumán participaron a través de los años en tareas para respaldar el proyecto, que realmente conduciría a cambiar la realidad económica del país, una realidad singular planteada por diversos factores. La enorme geografía nacional y la diversidad de territorios plantea una asimetría muy profunda. No es lo mismo instalar una fábrica en La Pampa Húmeda que en la Puna, no es lo mismo estar a 25 kilómetros de un puerto que a 1200 kilómetros. La diferencia de oportunidades de crecimiento y desarrollo es brutal y la verdad es que, desde el nacimiento de la Patria, los sectores más poderosos –económicos y políticos- se interesaron más por controlar el puerto y hacerse de sus beneficios de equiparar posibilidades. Y cuando hubo alguna medida compensatoria pasajera, como la Ley de Promoción Industrial para esta parte del país, generó controversias: aunque parezca insólito, hasta hoy Mendoza cobra un resarcimiento porque planteó –y se le dio la razón- que aquella ley la perjudicó.
El Corredor Bioceánico abriría las puertas al mayor mercado del mundo, el asiático, y jugaría un papel clave en la expansión minera y de decenas de rubros y miles de productores. Tampoco debe entenderse como una pelea con Nación: el país entero se beneficiaría por el ingreso de divisas tan requeridas en estos tiempos. Por cierto, cada avance es dificultoso: se involucran diferentes países, diferentes provincias, tratados internacionales, decisiones políticas que –en algunos casos- parten de enfoques que cambian cada cuatro años. Pero es imperativo seguir trabajando, porque todo el mapa comercial argentino puede cambiar con el Corredor, con un giro más que positivo para Catamarca.
El Esquiú.com