domingo, 29 de junio de 2025 00:56
En nuestra cotidianidad, incluso si no somos psicólogos o abogados, podemos observar que las separaciones entre parejas cada vez se dan con mayor frecuencia. Cuando los padres separados mantienen cierta actitud, muchos se preguntan si el proceso traumatizará a sus hijos para siempre y sin vuelta atrás.
Se cree que el divorcio le puede hacer daño a los más pequeños de la casa, cuando no es así. Quienes tienen el poder de hacerle daño a los hijos, irreparables en muchos casos, somos nosotros como padres, si no sabemos cómo afrontar adecuadamente la situación y la forma en la que se la transmitiremos a ellos.
Al inicio, el proceso será bastante complicado, pues, como ya te lo imaginarás, la herida aún sigue abierta. Allí, en ese justo momento, es cuando más se necesita la ayuda y el apoyo de un profesional, ya que el no saber adaptarse al nuevo panorama, es una de las principales consecuencias de un divorcio.
Todos los involucrados, tanto padres como hijos, en muchas ocasiones se ven en la necesidad de sacar fuerza de donde no la tienen, para así afrontar tales cambios. Si de por sí la separación matrimonial representa una notable dificultad para los adultos, para los niños y adolescentes también puede suponer un proceso algo estresante y traumático.
Esto debido a que son ellos los quienes, con una mayor facilidad, perciben todas las preocupaciones y los estados de ánimo de sus progenitores. Teniendo en cuenta que tendrán que compartir con tu ex pareja cada cierto tiempo durante muchos años, lo mejor sería que llevemos las cosas lo más calmado posible.
Los adultos debemos proporcionales mensajes llenos de seguridad, amor, tranquilidad y pacifismo. Los primeros meses incluso podremos pensar que el horror nunca va a acabar, pero si tomamos en cuenta los errores más comunes que cometen los padres separados y que tenemos que evitar a toda costa, no habrá mayores problemas. Estos son los siguientes:
Hablar con los niños de lo malo que es el otro padre
El error más habitual que cometemos los padres separados, a veces sin darnos cuenta, es hablar mal a los niños del otro progenitor. Por ninguna razón o motivo, debemos intentar llevar a cabo esta práctica tan poco saludable, ya sea intencional o inconscientemente, inclusive cuando creas que no te escuchan.
A pesar de que, es normal caer en el hueco de la crítica infinita, en vista de que estamos bastante dolidos por lo que nos llegaron a hacer en algún momento nuestros ex, esto está totalmente prohibido. No podemos descalificarles, pues, al fin y al cabo, siempre serán los padres de los pequeños y criticarlos siempre les dolerá.
Asimismo, es importante mencionar que tampoco deberíamos permitir que otros familiares, como abuelos o tíos, los critiquen frente o detrás de ellos. En cualquiera de los casos, los hijos deben quedar al margen de la situación.
Tratarlos como si fuesen espías
Si bien somos seres humanos que cometen errores, y no hay mayor inconveniente con eso, de vez en cuando no está de más hacer una pequeña introspección de lo que estamos haciendo mal. Hacemos énfasis en esto, dado que es común que, tras una separación tortuosa, tratemos a los niños como si fuesen espías. Un notable error.
A menudo queremos saber qué hicieron en su visita con el otro padre, a dónde fueron, con quién estuvieron e inclusive, informaciones tan innecesarias, como si la prima hermana sigue molesta con el sobrino del tío lejano. Sencillamente buscamos saber cualquier dato que nos diga cómo van las cosas en la familia desde que ya no se está.
Los interrogamos para tener conocimiento de si lo pasan mejor con el otro que con nosotros, y así hacer del asunto una competencia. Por ejemplo, quiero saber que lugar visitaron la última vez, para yo llevarlo y que la pase mejor y le diga que prefiere estar más conmigo. Sin quererlo, nos convertimos en los propios agentes de la CIA.
Lo más adecuado sería esperar que ellos sean los que nos mencionen cómo les fue ese fin de semana, qué hicieron y con quién, pero todo a su propio ritmo y escogiendo qué es lo que le parece propicio contar. Nunca podemos añadir juicios de valor cuando nos cuenten algo que les resulta agradable o interesante.
Criticar frente a ellos a la nueva pareja de nuestro ex
Con frecuencia, tras una separación amorosa, y más de tantos años como lo es un matrimonio, nos cuesta asimilar que el otro haya sido capaz de rehacer su vida mientras que nosotros no. Por ende, nos cuesta dejar a los pequeños en otras manos que no sean las nuestras y que no conocemos en lo absoluto.
En este panorama, es sencillo que surjan las críticas hacia quien tu ex pareja eligió como su nuevo amor para hacerle compañía por el resto de su vida. Como consecuencia, nos vemos a menudo diciéndole a nuestros hijos: “pero es que la nueva pareja de tu otro padre hace todo mal, no sirve para nada… no sé cómo la soportas”.
Si realmente queremos lo mejor para ellos, debemos tener conciencia de que hay que ayudarlos a asimilar la situación por la que están pasando todos: que los dos padres ya no se encuentran juntos y que ha llegado otra persona que empezará a formar parte de su vida a partir de ese momento. Cabe destacar que, aun y cuando nos cueste aceptarlo también a nosotros mismos.
Inmiscuirlos en los problemas financieros de ambos
Otro error garrafal que cometen con gran frecuencia los padres separados, es el de inmiscuir a sus hijos en los problemas financieros de ambos. Por lo general, sin buscar que ellos tomen un bando, tendemos a hablarle de quien le paga todos sus gastos: escuela, ropa, recreación, etc.
En ocasiones, hasta llegamos a mencionarles si su otro padre está pasando o no la pensión establecida por el juez. Tenemos que entender que estos son temas de adultos, y que en ellos no existe cabida para los niños y adolescentes.
Por ninguna clase de motivo, debemos hablar acerca de estos asuntos, por mucho que nos cueste.
Llenar las carencias con objetos materiales
Sin pensarlo detenidamente, muchas veces los padres separados intentamos cubrir las carencias emocionales causadas por el divorcio con objetos materiales que no solucionan nada. Creemos que el llenar al niño con banalidades, se compensa el estrés y la ansiedad que le hemos ocasionado.
Por lo tanto, a la larga se crea una situación en la que, los adultos, acaban formando parte de un juego afectivo muy poco saludable para todos.
Especialistas explican que se trata de una actitud que provoca, muy en el fondo, angustia a los involucrados, ya que los pequeños se hacen imposibles de contentar hágase lo que se haga.
Creer que pueden ser nuestros terapeutas
En el penúltimo lugar, conseguimos el creer que los hijos pueden ser utilizados como terapeutas certificados, cuando nunca debe ser así. Aunque es muy fácil, no caigas en la tentación de compartir con ellos todos los detalles de tu divorcio, ya sean legales o emocionales.
Pese a que, existen un sinfín de padres un tanto insensibles, los hijos también están por el proceso de ruptura. Ellos están viviendo su propio luto y ansiedad y, gracias a su habilidad de controlarse, son lo suficiente comprensivos como para escuchar todo lo que sientes.
Sin embargo, esto no debe confundirse, eres tú quien es el padre y debes actuar como tal. Si, en algún momento, sientes que ya no puedes más y necesitas desahogarte porque de lo contrario, explotarás, busca ayuda fuera de casa.
Pensar que les basta con tener un solo padre
Por último, y el más trascendental de todos, solemos pensar que a los hijos les basta tener un solo padre, no necesitan nada más que eso. Asimismo, tras la separación, que sólo nosotros somos imprescindibles en sus vidas y los únicos que vamos aportar cosas buenas a su desarrollo como ser humano. No obstante, tenemos que considerar que el otro progenitor también tiene muchísimo que aportarle a su vida, y tiene el derecho legal de hacerlo.