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San Fernando del Valle de Catamarca
13 junio, 2025

La vacancia cristinista

Por cuánto tiempo y con qué eficacia podrá Cristina Fernández de Kirchner sostener el relato de su proscripción es uno de los grandes interrogantes abiertos por la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, que ratificó la condena por corrupción que le habían impuesto dos instancias judiciales previas.

Deberá purgar seis años de prisión, pero la pena de inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos es la que tiene mayores alcances políticos, al erradicar del firmamento electoral la estrella que orientó la dinámica del litigio por el poder en la Argentina durante quince años. Desde la muerte de Néstor Kirchner en octubre de 2010, la política nacional se hizo en tensión o armonía con CFK.

Los meandros que signaron esta prolongada e intensa gravitación produjeron curiosidades como las aflicciones institucionales de Sergio Massa y Alberto Fernández por la sanción penal a cargos que ellos mismos le endilgaban a la expresidenta hasta que ésta los absolvió para incorporarlos a la desgraciada aventura de 2019.

La inhabilitación de Cristina Kirchner acelerará la disputa por la captura de sus votos, en un marco de creciente apatía social La inhabilitación de Cristina Kirchner acelerará la disputa por la captura de sus votos, en un marco de creciente apatía social

Son amnesias habituales en el juego político, que en este caso ilustran sobre un efecto específico de la sentencia suprema: un caudal de votos muy significativo ha quedado huérfano, se ha producido una vacancia en el sistema de poder. La disputa por capturar esas voluntades se acelerará, con desenlace incierto.

Con la inhabilitación a perpetuidad, Cristina ha sido privada de una herramienta central en el sustento de su liderazgo, que se aprestaba a utilizar una vez más para disciplinar las ínfulas emancipatorias del ingrato Axel Kicillof.

La candidatura a diputada provincial en la populosa Tercera Sección de la Provincia de Buenos Aires, el núcleo duro de su predicamento, era un movimiento similar al que había desplegado en 2017, también en Buenos Aires, cuando al frente de Unidad Ciudadana perdió como candidata a senadora nacional frente a Esteban Bullrich pero superó a todas las opciones peronistas y demostró su supremacía en ese cuadrante del electorado.

En 2019, dirigió sus votos candidateándose a vicepresidenta de Alberto Fernández.

El recurso de la candidatura para presionar, someter o negociar no podrá ser empleado por ella nunca más.

¿Cómo se redistribuirán esos votos?

La fragmentación de las tribus que amparaba el paraguas del PJ cristinista sigue el derrotero de lo que fue Juntos por el Cambio. La inhabilitación es el acontecimiento más impactante en ese proceso, pero no deja de ser otra estribación en un retroceso marcado por las restricciones geográficas: de la Argentina a la Provincia de Buenos Aires; de la Provincia de Buenos Aires a la Tercera Sección; de la Tercera Sección a un departamento en el barrio porteño de Constitución, que CFK apuesta a convertir en su Puerta de Hierro personal para continuar influyendo.

La narrativa de la proscripción intenta insuflar épica a la peripecia personal de la expresidenta, pero en cualquier caso es solamente ella la que no podrá participar de las contiendas electorales. El peronismo, diezmado como referencia nacional, puede intervenir libremente y utilizar toda la simbología peronista, incluida la propia figura de CFK.

El desafío que se le plantea al peronismo es conjurar la dispersión, frente a un Javier Milei que avanza en la construcción de su estructura nacional.

Es una tarea más ardua en un contexto de indiferencia creciente hacia todo lo que tenga que ver con la política.

Conviene esperar el desarrollo de los acontecimientos, pero la onda expansiva de la condena no parece haber perforado una apatía refractaria a los fervores retóricos.

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