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San Fernando del Valle de Catamarca
2 septiembre, 2025

“La revolución posible”, de Víctor Russo

En este libro Víctor Russo rinde homenaje a Felipe Varela y a los hombres que defendieron su ideario de unidad latinoamericana, y propone “La revolución posible” desplegada desde la proclama del caudillo -formulada en el siglo XIX- hasta nuestros días, por un itinerario temporal donde la cultura, la educación, la honestidad y la justicia rescaten los valores humanos de la nacionalidad.

El autor ha escrito una “nouvelle, breve pero intensa, donde convergen la historia, la ficción, el ensayo; un tapiz cuya trama se dispara en diversas direcciones en cuanto a géneros literarios que, a lo largo de la narración se reencuentran en el objetivo central: rescatar la memoria del líder huaycamero, torciendo el autor el destino de ese olvido en el que estaba encerrado Varela. Víctor Russo se ha propuesto indagar en la historia para encontrar las respuestas que el presente necesita. Ha desplazado al protagonista como quien proyecta un sueño, desde su reinado temporal hasta el este siglo XXI. Un diálogo inicial nos sitúa:

-… ¿A usted le pareció corto el viaje?

– Ni largo ni corto. Los tiempos de la revolución no se miden, se sienten…”.

Desde este momento comienzan a aparecer los personajes llegados de otros tiempos. No son otros que los mismos que acompañaron al caudillo en su gesta libertaria y aquí se mueven en un ámbito onírico, sostenidos en la ideología y la resurrección:

“-Señor, ¿cómo hizo para rejuntarnos sin enviar recado, si estábamos tan dispersos?

-No sé. Quizá tuvimos el mismo sueño o la misma intuición”.

Estamos ante una obra que nos plantea la duda del género al que pertenece. ¿Es una novela histórica o una historia novelada? Optemos por lo primero porque el personaje principal, Felipe Varela, nos hace recorrer las aventuras y desventuras de su epopeya, sin perder los giros de sus núcleos narrativos. Se trata de una novela que recurre a la historia para espacializar el tiempo -como teoriza Noé Jitrik-, es decir que recurre a la realidad para organizar las imágenes y los hechos que luego el escritor ficcionaliza.

En “La revolución posible” se entrecruzan los géneros literarios: historia, ensayo, leyenda, teatro; la obra está atravesada por una variedad de discursos: descriptivos, dialectales, argumentativos. Los textos dialogan con otros textos y traman el contenido ideológico que dan razón de ser al libro.

Encontramos pasajes fuertemente anclados en la descripción dinámica: “Respetuosamente clavaron rodilla en tierra y un Padrenuestro gutural, más bien un hervor, salió rumoroso del centro de los pechos y se fue elevando lento…”.

La inagotable cuestión de la cultura argentina, el viejo reclamo del autonomismo cultural, aparecen en pasajes argumentativos. Por ejemplo, un personaje dice: “Es nuestro deber legarle a la juventud lo que nos distingue. No es posible hablar de literatura regional sin reflexionar acerca de la obra de Luis Franco; o de filosofía, ignorando a Rodolfo Kush. Son los nuestros. Se ocuparon de las cosas de esta tierra…”.

Novela ágil, de fácil lectura, “La revolución posible” suena como un coro de voces variopintas, entremezcladas canciones a las luchas compartidas y a la soledad eterna, a la utopía y a la desesperanza. Por ejemplo, cuando un grupo de actantes canta la zamba “La López Pereyra” o cuando alguno de ellos reflexiona: “¿No le parece, coronel, que si Gabriel hubiera tocado desde la retaguardia en el Pozo de Vargas otro hubiera sido el resultado del combate?”

Víctor Russo escribe con fluidez y agilidad; utiliza un vocabulario amplio y preciso, recurriendo a algunos arcaísmos y giros lingüísticos para ubicar en tiempo y espacio al lector; no obstruye la mente con eufemismos y cuenta con la claridad del que sabe lo que dice. Juega también con los cruces de formas y sentidos: hay una interrelación de situaciones, acciones o personajes, que asoman acordes a los roles asignados en las secuencias narrativas. De este modo configura y presenta a los personajes, que asoman cumpliendo los roles asignados por la historia real y la ficción, tal el caso de Felipe Varela y sus hombres: el lagunero Guayama, Severo Chumbita, Juan Puebla, Salazar, los Ontiveros, Elizondo. Y algunas mujeres como Victoria Romero y la Delfina, compañera de Pancho Ramírez, llegados de la realidad histórica para habitar este universo ficcional en el que intentarán instalar el ideario de unidad americana.

Para ello el escritor Russo ha manipulado el tiempo sobre el cual cabalgan estos montoneros que han vencido el paso de los años y derrotado la brutalidad de sus comienzos, abriendo el pensamiento a las razones del conocimiento, a la comprensión de un mundo donde sea posible “cambiar armas por libros”, como propone el autor, donde la palabra valga más que un fusil. Beneficiando este propósito, Varela ha asistido sin proponérselo -artilugios de la imaginación- a la Universidad de Catamarca y escuchado una clase de Antropología sobre “La identidad cultural”. Esto da pie, hacia el final del libro, al planteo sustancial de la obra, abriendo las puertas para el advenimiento de un nuevo género literario dentro de esta: el ensayo, pues alienta nuevas líneas de pensamiento y la conclusión que existe una “revolución posible”.

Con tal postulado Russo busca el modo de interpelar al lector provocando el ejercicio de su capacidad crítica. Varela es una voz del pasado y lo es también del presente y del futuro. No hay en esta novela peripecias ni relatos fuertes: hay una sucesión de instantáneas que se mueven a cierta velocidad en una prosa despojada, precisa y sin estridencias, que revela la construcción permanente de ese universo narrativo que tiende a erigir un mundo para la circulación de los personajes y sus historias personales, sus creencias, las leyendas que escucharon de sus mayores, los vocablos del sustrato indígena, etcétera. El autor muestra y alerta con claridad y síntesis, con sutilezas, humor y lenguaje adecuado, una galería de hombres, mujeres y pasiones patrióticas y de las otras, cuyo destino final es la unión de los pueblos que transitan.

Si bien los diálogos son verosímiles y breves, están construidos como relatos de ficción; en algunos casos como miniaturas teatrales. Hay una técnica narrativa influida indudablemente por el arte cinematográfico. Priman las imágenes visuales y un tratamiento conductista de los personajes. Pensamos que sus núcleos narrativos podrían ponerse al servicio de un guión cinematográfico.

Volvamos al planteo inicial: ¿“La revolución posible” es una historia novelada o una novela histórica? A esta altura poco importa, porque Felipe Varela ya se ha instalado en el imaginario popular con un sueño que desborda la realidad para convertirse en utopía.

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