POLÍTICA
Durante el debate, la candidata evitó responder sobre su relación con Maduro y el control estatal
El eje de gobernabilidad del debate presidencial expuso las debilidades discursivas de Luisa González, quien evitó aclarar aspectos clave sobre su plan de gobierno y mostró una actitud confrontativa frente a preguntas directas sobre la institucionalidad democrática. En contraste, el presidente Daniel Noboa presentó propuestas estructurales que apuntan a reformas constitucionales y fortalecimiento institucional.
Cuando se le preguntó sobre acuerdos nacionales, González repitió lugares comunes como “unidad” y “cumplir la palabra”, sin presentar un programa específico. Evitar mencionar cómo garantizaría la independencia de funciones alimentó el temor de un posible control político al estilo del correísmo. Su defensa giró en torno a una retórica emocional que eludió detalles técnicos y propuestas verificables.
En varios momentos del debate, Noboa cuestionó a la candidata por su aparente vinculación con planes de control institucional. Chats filtrados donde se referían a ella como “la rana René” encendieron alarmas sobre intentos de tomarse la Superintendencia de Bancos. Frente a estos señalamientos, González respondió con ataques personales y descalificaciones, sin desmentir de forma concreta las acusaciones.
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| La Derecha Diario
Uno de los momentos más críticos se dio cuando Daniel Noboa preguntó directamente si Luisa González reconocía al régimen de Nicolás Maduro. La candidata evitó responder con claridad y desvió el foco hacia un decreto presidencial sobre migración, generando incertidumbre sobre su postura ante gobiernos autoritarios. Esta ambigüedad refuerza la preocupación de que su proyecto político esté alineado con modelos totalitarios.
En su mensaje final, González apeló nuevamente a la emoción, hablando de libertad y esperanza, pero sin detallar cómo se lograría esa transformación. Por el contrario, Noboa insistió en que la verdadera libertad pasa por fortalecer a las Fuerzas Armadas, reformar la justicia y asegurar un país abierto al mundo, libre de narcoestados o regímenes de imposición ideológica.
“Aquí hay dos opciones: totalitarismo o democracia, libertad o un régimen dictatorial similar al de Maduro”, expresó Daniel Noboa durante su cierre de intervención.
Luisa González, al evitar responder sobre su rol en gobiernos anteriores y su silencio frente a las instituciones de control, dejó abierta la duda sobre qué tipo de liderazgo representa realmente. Mientras tanto, Noboa se presentó como una figura con visión reformista, que busca equilibrio de poderes y modernización del Estado.
Con el país enfrentando desafíos profundos en seguridad, institucionalidad y desarrollo, el electorado deberá decidir entre un modelo de gobernabilidad claro y democrático, o el riesgo de un retorno a estructuras que ya provocaron crisis en el pasado.
El debate evidenció que mientras Noboa plantea una ruta de reformas para garantizar la gobernabilidad, González no despejó las dudas sobre su independencia frente al correísmo y su verdadero proyecto de país.
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