La Justicia con perspectiva de género, como ya se ha dicho en esta misma columna, no es una justicia especial, conformada para casos especiales y con normas especiales y de aplicación específica, diseñada para complacer a los movimientos feministas. La Justicia con perspectiva de género es aquella que puede actuar y decidir sin ajustarse a estereotipos ni prejuicios basados en rasgos culturales fuertemente arraigados en sociedades patriarcales. Su aplicación requiere de una mirada del contexto social en el que se producen ciertos hechos que luego son analizados por fiscales, jueces y/o jurados populares.
Un ejemplo actual permite entender la necesidad de que exista una perspectiva de género en la aplicación del Código Penal. Benita, una mujer paraguaya de 30 años, madre de tres hijos que ahora vive en la Argentina, ha sufrido desde su niñez el drama de la pobreza y la marginación. Fue madre a los 14 años como consecuencia de una violación y desde entonces ha sido víctima de abusos y violencias de distintos tipos de parte de las instituciones, de otros miembros de su familia y de sus ex parejas.
La última pareja, un hombre alcohólico, la sometió a ella y a sus hijos durante mucho tiempo a castigos físicos y psicológicos. El último episodio ocurrió en junio de 2023. Rosana Humbert, que pertenece a una ONG que acompaña a mujeres con sus derechos vulnerados, relató que ese día, “en presencia de su hijo pequeño, ella fue brutalmente atacada por su pareja, quien llegó a la vivienda en estado de ebriedad. Y en un acto desesperado para proteger su vida y la de sus hijos, Benita se defendió con un cuchillo de cocina. El hombre resultó gravemente herido. Ella lo trasladó al Hospital Santamarina, de Monte Grande, provincia de Buenos Aires, donde al parecer llegó muerto”.
La Justicia debe poder identificar una posible situación de asimetría de poder entre los protagonistas de un hecho delictivo y evaluar la criminalidad en función de esos parámetros. La Justicia debe poder identificar una posible situación de asimetría de poder entre los protagonistas de un hecho delictivo y evaluar la criminalidad en función de esos parámetros.
La mujer está siendo en estos días juzgada por el hecho, acusada de homicidio agravado por el vínculo, y podría ser condenada a prisión perpetua si no se aplican criterios de justicia con perspectiva de género. Es decir, si no se analiza el contexto, la vida de violencia que Benita padeció, y que permite inferir que no fue un crimen premeditado sino un acto de legítima defensa. Tal vez, si no se defendía hubiese sido ella la víctima de un femicidio, como ocurre casi a diario en la Argentina.
La Justicia debe poder identificar y verificar una posible situación de asimetría de poder entre los protagonistas de un hecho delictivo y evaluar la criminalidad en función de esos parámetros. Aplica al género pero también a otros casos de desigualdades.
Ignorar el contexto, no tomar en cuenta la historia de vulneración de derechos que sufrió en este caso Benita, llevará inevitablemente a analizar el caso desde un enfoque incompleto y por lo tanto no apto para que los y las encargadas de juzgar a la mujer, adopten una decisión basada en criterios de equidad e igualdad.