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2 junio, 2025

Javier Milei y el resurgir de Mises: la praxis austrolibertaria en Argentina

Desde la asunción de Javier Milei como presidente de Argentina, se ha hecho cada vez más visible un fenómeno insólito en la historia contemporánea: un jefe de Estado que, sin ambigüedades, se declara discípulo intelectual de Ludwig von Mises, lector devoto de Murray Rothbard y promotor decidido de la Escuela Austriaca de Economía.Lo que durante décadas fue considerado como una corriente heterodoxa o marginal en los círculos académicos y políticos, hoy se está aplicando como hoja de ruta para el rediseño económico e institucional de una nación que ha sido, por décadas, emblema de la decadencia intervencionista.

Walter Block, uno de los grandes exponentes vivos del austrolibertarismo, expresó que si Mises estuviera vivo, probablemente se sentiría orgulloso del camino que Milei está trazando. Y con razón. No solo por la reivindicación explícita que Milei hace del pensamiento misiano, sino por la coherencia metodológica, teórica y ética con que ha decidido encarar el desastre económico argentino.

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La praxis misiana en la política: de la teoría a la acción estatal

Ludwig von Mises entendía que el intervencionismo era una fase intermedia y autodestructiva entre el libre mercado y el socialismo. A través de obras como La Acción Humana y Burocracia, expuso cómo la inflación, los controles de precios y la planificación central distorsionan el sistema de precios y destruyen los incentivos productivos. Javier Milei, consciente de este diagnóstico, ha llevado a la práctica varias medidas que pueden leerse como una traducción directa del análisis misiano: la reducción drástica del gasto público, la eliminación de regulaciones innecesarias y la exposición explícita de las causas monetarias de la inflación.

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Uno de los elementos más representativos de esta praxis ha sido el cierre del déficit fiscal primario en tiempo récord, así como la implementación de reformas estructurales orientadas a la liberalización de la economía. Esto incluye la desregulación del comercio, la reducción del Estado empresario y la apertura al capital internacional, todo ello bajo la narrativa de la soberanía individual, la propiedad privada y la competencia como pilar civilizatorio.

Milei también ha reivindicado el rol de la teoría del valor subjetivo, central en la Escuela Austriaca, al rechazar el marxismo y su concepción objetivista del valor-trabajo. Su mensaje, repetido como mantra, “el Estado no es la solución, es el problema”, no es más que una reformulación moderna del laissez-faire misiano y hayekiano.

Milei antes de la presidencia: divulgación, filosofía y la batalla cultural

Mucho antes de ocupar un cargo público, Javier Milei ya venía librando una guerra cultural, ideológica y filosófica. Su participación en medios de comunicación, conferencias y debates no solo consistía en análisis económicos sino en la defensa apasionada de principios filosóficos vinculados al liberalismo clásico, al minarquismo e incluso al anarcocapitalismo rothbardiano. En entrevistas y exposiciones, Milei citaba de memoria a autores como Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Mises, Hayek y Rothbard, desafiando frontalmente el estatismo arraigado en la cultura política argentina.

En este proceso, Milei desempeñó un rol casi misionero, rescató del olvido el pensamiento austrolibertario en el mundo hispanoparlante, inspirando a jóvenes, economistas, activistas y académicos que empezaron a redescubrir las ideas de libertad económica, responsabilidad individual y derecho natural. Su énfasis en la moralidad del mercado, la ilegitimidad del robo estatal vía inflación o impuestos, y la defensa del individuo frente a la coacción del Leviatán, lo emparenta directamente con Lysander Spooner y Murray Rothbard, para quienes la libertad no era solo útil, sino justa en sí misma.

Milei se convirtió así en una figura filosófica, no meramente técnica. Su discurso estaba impregnado de una crítica radical al estatismo desde la ética y desde la teoría del conocimiento, “el socialismo es imposible”, repetía, parafraseando a Mises, no solo por razones económicas sino porque viola la lógica misma de la acción humana y de la cooperación voluntaria.
 

Convergencia con Jesús Huerta de Soto y el avance hacia una sociedad libre

Uno de los paralelismos más interesantes en el pensamiento de Javier Milei se da con el economista español Jesús Huerta de Soto.  Ambos comparten una crítica frontal a la banca central, el sistema de reserva fraccionaria y la manipulación fiduciaria del dinero. Milei ha planteado en múltiples oportunidades que el Banco Central argentino debe ser eliminado por ser una institución moralmente corrosiva y técnicamente destructiva,  una postura alineada milimétricamente con la tesis de Huerta de Soto en Dinero, crédito bancario y ciclos económicos.

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Asimismo, Huerta de Soto ha insistido en que la verdadera reforma institucional debe basarse en principios de derecho natural, propiedad privada y contratos voluntarios. Milei, a su manera, ha trasladado esta visión al terreno político con el impulso de reformas institucionales que limitan el poder del Estado, fortalecen los derechos individuales y fomentan la acción empresarial como base del progreso.

Esta convergencia no es casual. Milei y Huerta de Soto beben de la misma tradición, una tradición que hunde sus raíces en la escolástica tardía, en la filosofía moral del derecho natural, y que ha sido reactivada por autores modernos como Hans-Hermann Hoppe y Peter Boettke. Ambos reconocen que la economía no puede separarse de la ética ni de la epistemología, y que sin una base moral clara, toda política económica tiende al totalitarismo o al caos.

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El caso de Milei representa, por tanto, una inflexión histórica. No solo porque por primera vez un presidente aplica medidas directamente inspiradas en la Escuela Austriaca, sino porque lo hace con una claridad filosófica rara vez vista en la política contemporánea. Ha logrado lo que muchos pensaban imposible: trasladar ideas abstractas, muchas veces confinadas a seminarios o bibliotecas, al debate público y a la acción institucional, sembrando una esperanza realista de transformación estructural.

En definitiva, Milei no es solo un reformador económico; es un renacentista liberal en medio del ocaso keynesiano. Y en esta batalla, no solo ha revivido a Mises, Hayek, Rothbard o Huerta de Soto, sino que ha mostrado que las ideas, cuando son sólidas y verdaderas, pueden y deben cambiar el mundo.

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