martes 2 de septiembre de 2025
Catamarca, ARGENTINA
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Análisis
La decisión del Gobierno nacional de que el Tesoro intervenga en el mercado cambiario para contener la suba del dólar revela tensiones profundas entre la política económica doméstica y los compromisos internacionales asumidos. Según el acuerdo alcanzado con el FMI en abril, el Banco Central se comprometió a no intervenir directamente en el mercado financiero, promoviendo una flotación más libre del tipo de cambio y evitando presiones sobre las reservas.
Al transferir la intervención al Tesoro, el Ejecutivo intenta técnicamente cumplir con la letra del acuerdo: no es el Banco Central el que vende dólares, sino otra institución pública. Sin embargo, el espíritu del pacto —dejar que el tipo de cambio se ajuste por oferta y demanda para fortalecer la credibilidad macroeconómica— queda claramente comprometido. La medida puede verse como un parche transitorio ante la presión política y electoral, más que como una estrategia consistente de política cambiaria.
El riesgo es doble. Por un lado, la intervención podría contener momentáneamente la escalada del dólar, evitando un impacto inmediato en precios y expectativas. Por otro, establece un precedente preocupante: el Tesoro puede verse obligado a vender reservas cada vez que la demanda de dólares aumente, lo que puede tensionar las cuentas públicas y erosionar la confianza de inversores y mercados internacionales.
En síntesis, la medida evidencia la difícil armonía entre las necesidades políticas internas y los compromisos externos. Intervenciones de este tipo podrían funcionar como remedio a corto plazo, pero si se repiten, el costo puede ser elevado: pérdida de reservas, deterioro de la credibilidad ante el FMI y la perpetuación de una economía dolarizada que el acuerdo original buscaba moderar.