Es difícil para los jóvenes independizarse, al menos en la ciudad de Buenos Aires y otras grandes urbes. Por varias razones, pero entre ellas sobresale el alto costo de mudarse solos -o en pareja- a causa del elevado valor de los alquileres medido en función de sus sueldos promedio en esta etapa vital.
¿Ejemplos? Actualmente, el costo de alquilar un monoambiente representa alrededor del 70% del sueldo de un joven. Y si se trata de amigos o una pareja que se mudan juntos a un dos ambientes, el costo de alquilar sube hasta ocupar casi la mitad de sus dos salarios, sumados.
Cuál es la situación actual del mercado de alquileres en CABA
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Según los datos obtenidos por el Censo 2022, en la ciudad de Buenos Aires hay hoy 3.121.707 habitantes. De esos, la franja de jóvenes de 15 a 29 años representa el 18,2% de la población. ¿Dónde vive ese amplio grupo? Básicamente, con sus padres y no con sus pares, es la respuesta que surge de los análisis y estudios publicados recientemente por el Instituto de Desafíos Urbanos Futuros (Iduf), un observatorio dedicado a relevar aspectos de la vida porteña.
Esta institución publicó hace unos meses el “Primer Estudio sobre Índice de Emancipación” (IDE), que analizó cómo se da el acceso a la primera vivienda, con énfasis en la cuestión del alquiler, y enfocado a las posibilidades de los adultos jóvenes de mudarse e independizarse.
“Dentro del contexto del tema ‘vivienda’ en Argentina, nosotros vemos una sociedad y un país cada vez más ‘inquilinizado’. Por ejemplo, en CABA el porcentaje de inquilinos crece y se pasó del 22% al 36% en los últimos años”, le resumió a PERFIL Manuel Socias, politólogo y directivo del Instituto de Desafíos Urbanos.
En ese contexto, este observatorio publicó el “Índice de Emancipación” (IDE), un indicador definido a partir de la relación entre el valor promedio del costo de alquiler de un monoambiente y un dos ambientes y su relación con el salario medio de los jóvenes -de entre 18 y 24 años, en la Ciudad. “Eso nos sirve para tratar de ver en qué medida los jóvenes pueden “ingresar” a un alquiler en CABA”, explicó Socias.
Y la conclusión principal del paper es que el costo del alquiler de un monoambiente les representa alrededor del 70% del sueldo. Y si se trata de amigos o una pareja que se mudan juntos a un depto de dos ambientes, el costo de alquilar les “suma” alrededor del 48% de sus dos salarios. Vale la pena completar este análisis con el dato de que el ‘estándar’ internacional en esta materia, y para permitir una buena calidad de vida del recién mudado, se considera que el porcentaje de los ingresos de la persona o pareja dedicado al alquiler de la vivienda debería rondar el 30% del ingreso.
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Por supuesto, aclaran en el IDUF, estos son costos “medios” de toda la ciudad de Buenos Aires. En cada barrio esos valores pueden variar significativamente. Por ejemplo, en Palermo o Belgrano el alquiler de un monoambiente puede llegar hasta el 80% del sueldo, mientras que en Villa Luro el alquiler se acerca al 50% de un sueldo normal. Pero en todos los barrios porteños el umbral del alquiler supera largamente lo propuesto e ideal.
Hay que recordar, propuso Socias, que el problema habitacional es solo una faceta de este tema. “Porque si tenés 25 años, y trabajás, pero seguís viviendo con tu familia y no te podés independizar, es bastante posible que aparezcan conflictos con tus hermanos, o con tus viejos. Son situaciones que -en definitiva- afectan y pueden terminar deteriorando la calidad de vida de todo ese grupo familiar”.
Globalización
Vale destacar que este problema es global y se repite en otras grandes ciudades de todo el mundo. Claro que en otras urbes -de Europa, pero también en América latina- sus autoridades vienen desarrollando programas originales para mejorar la accesibilidad a la vivienda alquilada.
¿Cómo solucionarlo? Hay diversas opciones posibles: desde subsidios directos estatales al alquiler a otras situaciones relacionadas como, -por ejemplo, abaratar los seguros de caución que reemplazan a la tradicional garantía de un pariente propietario. Y, finalmente, también está la opción de intervenir desde la oferta de viviendas aportando “bancos de viviendas públicas” que se sumen al mercado de alquileres.
De hecho, en muchas ciudades del mundo, un porcentaje significativo de todas las viviendas en alquiler son propiedad del estado municipal. “Por ejemplo”, dijo Socias, “el 85 % de todos los departamentos que se alquilan en la ciudad de Viena, en Austria, son viviendas públicas, del estado. Y ese tipo de stocks se usa para intervenir y regular los precios, con una perspectiva de mercado.
“Justamente esa opción es una posibilidad muy interesante: que una ciudad tenga en su patrimonio viviendas públicas y que las alquile sirve para combatir la emergencia habitacional. Bien planteado, promueve viviendas de calidad por debajo del precio de mercado y ayuda a garantizar el derecho a la vivienda a toda la gente”, le resumió a PERFIL Federico Poore, magíster en Economía Urbana. Según este experto en temáticas de urbanismo y calidad de vida, “estas viviendas estatales ofrecidas en alquiler permanecen en manos del gobierno y eso mantiene las viviendas asequibles para generaciones futuras”.
Si bien el panorama político global no parece favorecer este tipo de iniciativas, vale la pena destacar que es algo que va más allá de un gobierno. Poore comentó que este tipo de iniciativas funcionan en ciudades tan disímiles como Viena, Madrid y Hong Kong. Algunos de estos programas ya llevan varias décadas de existencia y apuntan a segmentos importantes de la población. “Cabe destacar que el enfoque no es el de “vivienda social” sino, más ampliamente, el de vivienda de interés social, donde entre el público objetivo al que se dirige esta oferta son, también, estudiantes, familias y personas mayores.
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Las ideas de viviendas estatales para alquilar no son sólo del primer mundo. Los expertos destacan que “por ejemplo en Uruguay funciona la Agencia Nacional de Vivienda que tiene un programa de viviendas públicas en alquiler orientado a familias de ingresos medios y bajos. Otras ciudades de la región, como Bogotá en Colombia y San Pablo en Brasil, también han explorado mecanismos parecidos”, aseguró Poore.
En definitiva, la situación habitacional, la crisis de los inquilinos y la falta de acceso al crédito hipotecario se combinan con los bajos salarios, para que el porcentaje de hogares que puede resolver sus necesidades de vivienda sea bajo. “Y el Estado hoy parece haberse resignado a dar medidas menores, que no atienden estructuralmente el problema que enfrentan muchos inquilinos”, concluyó Poore.