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San Fernando del Valle de Catamarca
24 mayo, 2025

Hecho histórico: los restos de Aída Villegas fueron restituidos a sus familiares

Los restos de Aída Villegas, una catamarqueña desaparecida y asesinada durante la última dictadura militar, fueron restituidos a su familia ayer por la mañana, en el edificio del Juzgado Federal Nº 2 de Catamarca. La entrega de los restos fue encabezada por el juez Federal Nº 2, Guillermo Díaz Martínez. En el despacho del magistrado, estuvieron presentes Claudia Villegas, hermana de Aída; Clarisa Roberts, hija de Claudia y sobrina de Aída; más parientes; funcionarios de Derechos Humanos de la Provincia; amigos y representantes de organismos de Derechos Humanos; y referentes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), entre otros. El hecho, que fue histórico, estuvo marcado por la emoción y el recuentro de sus seres queridos con Aída. Tras el acto de entrega en la Justicia Federal, los parientes trasladaron los restos a la casa familiar y, luego, fueron sepultados en el cementerio Municipal de la ciudad Capital.

“Yo quería decir algo porque yo tengo dos hermanos desaparecidos. Uno es Aída y el otro es Jorge. A él también lo tenemos que encontrar. A Aída ya la encontramos. Jorge era nuestro único hermano varón, el que nos protegía, el que nos hacía reír, el que le enseñó a mi hija (por Clarisa) a hacer tumbacabeza porque era chiquita. Él la amaba. Jorge tiene que aparecer también. Él tenía 19 años cuando lo llevaron. Va a aparecer, estoy segura. Y aunque tengamos que estar a veces en silencio, vamos a volver a sentarnos a la mesa. Nada más”, dijo Claudia, conmovida por lo sucedido.

Clarisa, por su parte, señaló que “intentar desaparecer una persona es deshumanizarla. Eso no es posible. Y dije intentar porque intentaron esconderla. No solo que la secuestraron, la torturaron cuando se la llevaron, y después la asesinaron sino que además a su cuerpo lo escondieron en un pozo, entre piedras, chatarras y otros cuerpos más, que intentaban deshumanizar. Y vuelvo a decir intentaban porque no pudieron”. Además, indicó que ella no conoció “otra forma de ver a mis tíos que no sea buscándolos. Y no pudieron porque, como no dejamos de buscar, la encontramos. Y Aída apareció y está de nuevo en casa para que le podamos dar una digna, humana y honorable sepultura. Esos sentimientos con los que hemos transitado durante toda la vida, que se han convertido en una larga tortura, interminable, empiezan a detenerse ahora, a darnos un descanso con la aparición de Aidita y sus restos”.

Clarisa mencionó que sintió alegría y bronca al anoticiarse de que los restos identificados en Pozo de Vargas eran de Aída. “Qué alegría y qué bronca. Qué alegría porque la encontramos y qué bronca la confirmación del horror de lo que hicieron. Porque esos huesos, que no son todos, muestran y demuestran el horror de lo sucedido.

Esos huesos, esa urna, es incontrastable. Es innegable, en esta época de negacionismo, de intentar bajar el precio a lo que ocurrió, de intentar invisibilizar, esto no hace más que tapar la boca y todo lo que pueda al negacionismo. Así que Aída está hoy más presente que nunca. Ahora y siempre”, añadió.

El juez Díaz Martínez, por su parte, reconoció “la invalorable tarea pericial llevada adelante por dos instituciones científicas que son no gubernamentales y sin fines de lucro, como son el Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT), a través de las tareas de excavación arqueológica en el interior del Pozo de Vargas y actualmente a través del laboratorio de bioarqueología. Y también, al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) a través de la realización de las pericias genéticas, ADN y reasociación intraesqueletal. A partir del trabajo conjunto de estos equipos profesionales, ha sido posible identificar, a la fecha, 121 víctimas de desaparición forzada durante la vigencia del terrorismo de estado en la provincia de Tucumán”.

El magistrado remarcó que, durante la última dictadura militar, “Argentina inauguró, en dicho marco, la figura del desaparecido, desaparecida, situación que le suma la privación ilegal de la libertad, la negativa del Estado de informar sobre el destino de la persona secuestrada. Y en esta negativa, se concentra la brutalidad de este delito. Por cada persona desaparecida, hay una familia que busca, una familia sumergida en el dolor y en la impotencia que genera el no saber que transita desde hace más de 40 años en una esperanza, en un encuentro”.

Aída

El 10 de mayo de este año, se conoció que los restos de Aída fueron identificados en el Pozo de Vargas, en la provincia de Tucumán. La joven fue desaparecida y asesinada durante la última dictadura militar.

A Aída la sacaron de la casa de su abuela, ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Ocurrió el 2 de noviembre de 1976. Se la llevaron varios militares. Ella estaba en aquella ciudad porque se encontraba cursando la carrera de Psicología. Logró recibirse a los 22 años. Ya tenía previsto viajar a Venezuela para radicarse allí con su pareja. De hecho, había comprado el pasaje, pero fue raptada antes.

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