La senadora nacional catamarqueña Lucía Corpacci presentó ayer un proyecto para interpelar al ministro de Salud Mario Lugones y las autoridades de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) por el caso de las muertes provocadas por el fentanilo contaminado.
El planteo se realiza después de tres convocatorias frustradas de la comisión de Salud, que Corpacci preside, para que los responsables políticos de una de las tragedias por insumos médicos contaminados más grave del mundo den algún tipo de respuesta por la innegable falla de los controles. Para encontrar un caso similar hay que remontarse a la década del 90, cuando la ingesta masiva de propóleo adulterado se cobró 25 vidas. Ese escándalo llevó a Carlos Menem a crear por decreto la ANMAT. La Justicia calcula que hasta ahora se han producido 96 muertes por el fentanilo elaborado por el laboratorio HLB Pharma.
Como es habitual, el Gobierno nacional conducido por Javier Milei se limita a señalar vínculos del propietario de HLB Pharma, Ariel García Furfaro, con el kirchnerismo, sin hacerse cargo de sus culpas. El centenar de muertos expuso pésimos precedentes de García Furfaro en la industria farmacéutica y la gestión libertaria se acerca ya a los dos años como para poder hacerse la distraída. Mucho más si se tiene en cuenta su obsesión contra el kirchnerismo.
El fentanilo es una droga de diseño sintetizada a principios de la década del 60 con efectos similares a la morfina. Su potencia analgésica hizo que su uso se generalizara rápidamente, pero en paralelo se incrementaron la prescripción médica indebida y su empleo como droga de abuso e, inclusive, como arma de guerra. En los últimos años la expansión de su consumo en Canadá y en los Estados Unidos encendió una alarma frente a lo que las autoridades sanitarias de esos países califican como una verdadera “epidemia”.
El gravísimo caso argentino estalló en mayo, cuando el Hospital Italiano de La Plata encontró restos de bacterias patógenas en ampollas de fentanilo suministradas a los pacientes al investigar un brote de infecciones respiratorias. Se informó de inmediato a la ANMAT, que emitió una alerta para que no se utilice y se retire de circulación el lote 31.202, elaborado por HLB Pharma el 18 de diciembre de 2024.
Esta reacción no releva a la ANMAT de culpas por no haber detectado la partida emponzoñada. De hecho, en un principio HLB Pharma intentó exculparse con el argumento de que su fentanilo había sido autorizado por la ANMAT y que había sido víctima de un sabotaje.
El ministro de Salud Mario Lugones no respondió a tres convocatorias de la comisión de Salud del Senado nacional. El ministro de Salud Mario Lugones no respondió a tres convocatorias de la comisión de Salud del Senado nacional.
Los cuestionamientos a la ANMAT se hicieron más acervos debido a modificaciones regulatorias implementadas por el ministro de Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, que significaron recortes y condicionantes en sus funciones, además del despido de cientos de empleados.
“El ANMAT dice ‘yo voy a cuidar los medicamentos’ y falló porque el señor del laboratorio era un amigo del poder. Entonces, el ANMAT me desprotegió. El ANMAT me decía que revisaba el fentanilo. Si no estaba el ANMAT, yo hubiera hablado con mi médico y me hubiera cuidado mejor”, fue la mejor explicación que se le ocurrió a Sturzenegger para defender su política desreguladora, que a Milei le fascina por la sintonía que tiene con sus pretensiones de destruir el Estado.
El del fentanilo es un caso palmario de Estado fallido: el sector público argentino no pudo garantizar el buen estado de insumos médicos comercializados masivamente. No es razonable concluir desde ese hecho que sería mejor no tener ningún tipo de control, como pretende el extremista Sturzenegger.
El Gobierno nacional adeuda una explicación sobre lo ocurrido. Lugones se negó a asistir a la comisión de Salud del Senado para ofrecerla, ahora se promueve su interpelación. Se ve venir la reacción oficial: el planteo parlamentario de Corpacci será descalificado como otra malévola maniobra de la oposición refugiada en el “nido de ratas” contra “los argentinos de bien”.