sábado, 3 de mayo de 2025 01:33
Es un gusto recibir en nuestros programas 161 y 162 a esta persona sencilla, humilde, de bajo perfil, que sigue desandando los caminos del fútbol, tanto como jugador, entrenador y formador.
Un hombre de mirada noble que cuando entraba a la cancha se transformaba en un máximo artillero, de allí su mote de “Matador” porque mataba con su excelente pegada de media distancia, su visión de juego y su inteligencia a la hora de distribuir el balón.
-GFCyN: Raúl Herrera, un gusto tenerte en nuestra casa nuevamente.
-R.H.: Buenas noches para todos muchachos, amigos, seguramente somos casi de la misma edad. Muchas gracias por la invitación, y bueno, dar también un saludo a todos mis excompañeros de aquella época. En aquella época no había nada entre los jugadores, todos nos ayudábamos. En el caso mío, empecé jugando con jugadores que ya tenían una trayectoria y siempre me cuidaron.
-GFCyN: Hay un proyecto muy lindo que ha dado a luz gracias a ti, y que seguramente es un ícono en Catamarca. Lo de Aníbal Moreno, que sencillamente él podría tener otra vicisitud, ser una persona que se desconecta de Catamarca, pero el chico cada vez que vuelve a la provincia vuelve a vos ¿Cómo se hace, Raúl, para encontrar un chico de la masa, llevarlo, insertarlo, conducirlo y que aun siendo famoso vuelva a tu regazo?
-R.H.: Y bueno, son chicos que nosotros en aquella época, desde los 7, 8 años, ya los teníamos, Que lo llevó un amigo de él -me dice, tengo un amiguito mío que vive frente a mi casa, juega muy bien, ¿Qué lo puedo traer? Y me dice, capaz que no tenga para pagar, no importa, tráelo. Y lo vimos, ya nació él con todo eso. Y bueno, vino, lo hicimos jugar, a la semana teníamos una prueba con Jorge Bianco, que tenía en la Academia Duchini, y buscaba a todos los chicos, y le llevaba alto rendimiento. Y yo digo, cuando ya va a ser, va a ser. Era una semana antes que él vino a la escuela nuestra, y a la semana siguiente estaban jugando los chicos más grandes en la universidad, toda la cancha, y él andaba con la pelota al costado. Y Jorge Bianco me dice: “Mételo al polaco” (le decíamos así porque era pecoso, tenía 7, 8 años manejaba las dos piernas y se comía la cancha), y a los 10 minutos me dice: “Sácalo porque se va a desmayar”. Y el “Colo” se agarró a llorar, porque lo sacaba. Mira esa edad, 7, 8 años, quería seguir jugando con los grandes. Y bueno, y así fue, y con el tiempo, a los 2 años recién lo llevaron, cuando iba a cumplir 9 años porque era chico todavía. Así que ya estaba el destino marcado. Y así fue.
-GFCyN: ¿Puedes contarnos tu camino en la formación futbolística?
-R.H.: En el caso mío yo jugaba con jugadores más grandes, mis tíos me llevaban a entrenar, primero fui a Vélez. El padre del director de la Escuela de Capayán era fanático de Vélez y cuando venimos a hacer el secundario nos llevó a su hijo y a mí a Vélez, y de ahí tuve un año, me hicieron jugar con los más grandes y al año siguiente mis tíos iban a Policial, y yo iba detrás de ellos y entrenaban en la cancha de la cárcel. Por ahí lo hacían jugar porque era muy chico en comparación a los demás. Después vino un DT cordobés a Policial y él decía que el que no entrenaba no jugaba. Antes se entrenaba tres días y recién se jugaba, y los más grandes iban un solo día, y así se le dio la oportunidad de arrancar de titular con 16 años o 17, ya tenía dominio y visión para el juego, me gustaba patear desde media distancia desde fuera del área, porque en velocidad no era el pique de arranque, tenía 5 o 10 metros y de ahí recién podía arrancar a lo máximo; era muy pícaro en ese sentido, antes que me llegue la pelota yo ya sabía dónde la iba a poner o dónde podía dejar a mano a mano a un delantero. Antes jugábamos con tres delanteros y yo jugaba como 10 y los goles que yo hacía eran de fuera del área.
-GFCyN: ¿Si tuvieras que compararte con un jugador famoso, con quién lo harías?
-R.H.: Con Eduardo Vaca de Rosario Central.
-GFCyN: ¿En el año 1978 estabas en Tucumán?
-R.H.: Si, en Concepción. Cuando arranqué en Catamarca lo hice en Policial en primera a los 16 /17 años, después me voy a San Lorenzo y cuando perdemos con Ledezma de Jujuy, regreso de allí me vinieron a buscar de Atlético Tucumán, Concepción de la Banda, y no podía ir porque yo estaba haciendo tercer año de Contador Público y no me quería ir y bueno, hasta que llegó Concepción Fútbol Club con buena plata y tuve que agarrar (le di casi toda la plata a mi padre) y bueno ahí me fui -tenía pensado irme por un año y volver- Y llegué a Tucumán, allí arranqué el primer partido jugando de 10 y hago dos goles de afuera del área y en el entrenamiento de la semana siguiente, el DT me dice: “Usted va a ser el 9 del equipo” yo nunca había jugado de 9, siempre lo había hecho de volante, y me hicieron jugar de 9. Me hacían entrenar de lunes a viernes en mi nueva posición, con todos los movimientos del 9, centro, cabezazo y de allí me hice 9 y salí goleador de la liga tucumana. Jugamos Libertadores, perdimos con Vélez. Allí jugaba para la selección de Tucumán y viajaba cada dos semanas a Catamarca. Y un día el utilero me dice: “No te vayas a Catamarca” y salgo y estaba Manfredi, el ayudante de campo de Dino Zoff y el presidente de la CD de Rosario Central, y lo querían a José Tártalo y a mí (que le habíamos ganado a la Selección Argentina que iba al mundial en sus preparativos) y de ahí le digo, no, yo me voy a Catamarca -porque ya tenía los pasajes- y el lunes ya viajo para Rosario. Y el martes ya me estaban esperando en Rosario, y allí me presentan a Zoff y el maestro me ve y me dice: “Usted no es 9, usted es el 10 de San Lorenzo, que nos hizo los goles cuando vino Ledezma de Jujuy, usted el goleador de la liga tucumana” y ahí le explico que ahí me habían transformado. Cuando jugamos el jueves le hago dos goles a Carnevali de fuera del área y Tártalo también les dio un baile y allí nos hacen quedar para jugar el domingo contra Unión. Allí entro en el segundo tiempo y le hago dos goles a Pumpido. Y allí nos hacen quedar porque el domingo siguiente empezaba el Nacional. Ahí quedé en Rosario Central, jugué el Nacional, jugué contra Boca en la Bombonera (allí empatamos 1 a 1), contra San Lorenzo, Estudiantes. Después me hacen volver para la pretemporada 10 días estuve y me dicen los dirigentes de Rosario “No bajan de los 100,000 dólares” para tu pase y no hubo arreglo (incluso querían dar butacas e iluminación para los tucumanos, y encima me salvaban para el servicio militar) pero no se llegó a un arreglo y me tuve que volver. Y allí vino Belgrano a verme con una buena propuesta, me fui 15 días de pretemporada y tampoco pudieron arreglar con Tucumán. Entonces me vine a Catamarca e hice el servicio militar y por ende perdí ese año de carrera. Y de allí habré ido 2 o 3 partidos a jugar en Tucumán y no volví más. Perdí un año, era joven, pero me venía bien por todo lo que nos hacían hacer el servicio militar, entrenábamos todos los días, te potenciaba físicamente. Después casi al final del año me daban permiso para ir a jugar en Concepción Fuego Club, que había vuelto el presidente, que me habían llevado. Y de ahí jugué y después ya digo, no voy más. Jugué el Nacional para San Martín de Tucumán, para Concepción de la Banda. Jugué el torneo anual en Atlético Tucumán. Y de ahí después me fui a Mendoza, porque yo no quería volver a Concepción Juego Club, quería que me vendan.
-GFCyN: ¿Raúl, dónde te bautizan con al apodo de “Matador”?
– R.H.: En el mundial 78 cuando Kempes era el goleador de la Selección y yo de la Liga Tucumana y el de la Radio me puso el Matador, Luis Rey. Después a través de él me querían llevar al exterior, pero como pedían mucha plata no pude salir, a México.
-GFCyN: ¿Podrás contarnos de tu paso por Mendoza?
-R.H.: Sí, jugué para San Martín de Mendoza. Bueno, eso fue cuando ya no quería ir a Concepción de Tucumán porque no me quisieron vender afuera, tanto a Rosario Central como a Millonarios de Colombia. Así que dije no juego más en Concepción y no jugué más. Y fui a préstamo por un año en San Martín. Salí goleador de Mendoza, salimos campeones. Y me hicieron quedar dos años más, así que estuve tres años en San Martín de Mendoza. Sí, San Martín y Gimnasia de Mendoza eran los más fuertes, jugaba Funes por ejemplo. Ahí la final que le ganamos en el último año, era partido ida y vuelta. En el primer partido empatamos y el segundo vamos al Estadio Mundialista de Mendoza al “Malvinas Argentinas”, ese fue el primer partido y a los 10 minutos me sacan, porque me revientan la parte del ojo de un codazo a los 10 minutos del partido, y bueno, tuve que salir, y en el segundo partido le ganamos 1 a 0, yo le hago el gol de tiro libre faltando ya pocos minutos del segundo tiempo con el estadio lleno -Por ahí tengo la foto – era impresionante la cantidad de gente. De ahí después vine acá a Catamarca, y bueno, justo jugaba Sarmiento la final con Juventud, y me quedé en ese regional, y ya me quedé aquí.
-GFCyN: ¿Allí comenzaste a inscribir la historia durante tres años consecutivos con Sarmiento aquí en Catamarca?
-R.H.: Sí, porque yo había venido de Mendoza y me voy a ver la final de Sarmiento y Juventud, como les comentaba la vez pasada, y de ahí bueno, Coria que era el presidente, de ahí fue a Tucumán y me compró el pase para que me quede ya en Catamarca. Era un gran equipo ese, Ledezma nos gana la final.
-GFCyN: Acá tengo un informe que nos acerca el historiador Carlos Gallo, que dice que Raúl Oscar Herrera está en el puesto N°28 entre los máximos goleadores de la Liga Catamarqueña, tiene aproximadamente 126 goles con equipos de la liga mencionada, 75 goles con Sarmiento, entre el 87 y el 92, en San Lorenzo de Alem 24 goles, 77/78 y 84/85. Policial 12 goles en 1976, Vélez Sarsfield 5 goles en 1983, puesto décimo entre los máximos goleadores de la Liga Catamarqueña en los torneos de AFA, tercer puesto en los máximos goleadores de Sarmiento y goleador de la Liga Catamarqueña en los años 77, 87 y 91. ¿Me imagino que llegaste convertir más de 300 goles en toda tu carrera?
-R.H.: Puede ser porque en Mendoza estuve 3 años y salí goleador dos años, y en Tucumán también salí goleador el primer año que fui.
Raúl es un goleador de la vida, que supo administrar sus energías para distribuirlas donde afinó su vista, a veces rozando las redes de los arcos rivales, otras descubriendo talentos e impulsándolos a su crecimiento.
Hoy el “Matador” disfruta junto a su equipo de trabajo la hermosa experiencia de formar chicos en su escuelita de fútbol en la UNCA, soñando ver a cada uno de ellos en los máximos pedestales del fútbol nacional.
Gracias, Matador.