viernes, 25 de abril de 2025 02:33
¿Quién manda en el PJ? No hay una respuesta clara a esa pregunta, porque el peronismo no termina de hacer su duelo por la derrota de 2023, no termina de repartir ni asumir culpas, y lo que es peor, no logra reordenarse en un año electoral, donde ya comenzó la ronda de comicios en diferentes provincias y asoma la intermedia de octubre, última escala para intentar recuperar el poder en 2027. El PJ transitó una incómoda etapa de acefalía, tanto en el último tramo de su gobierno como en el plano partidario. Tuvo como presidente de la Nación y presidente del partido a un Alberto Fernández débil y desdibujado, a quien ubicaron como mandatario emérito en sus últimos meses en Casa Rosada, para poner a Sergio Massa al frente de Economía, de la candidatura, de la campaña y de todo. Casi consuma el milagro, porque ganó la presidencial, pero el balotaje marcó el fin de la aventura con una oposición unida que impuso la fuerza de los números.
Maltrecho y desorganizado, demoró el PJ en desplazar a Alberto de la presidencia. Se armó luego una multitudinaria y transitoria conducción, que resolvió el lógico llamado a internas, pero las internas también se frustraron. El PJ quedó en manos de Cristina Kirchner, amada incondicionalmente por buena parte de la militancia, pero a la vez rechazada por buena parte de la dirigencia, que la señala como responsable de las últimas desgracias partidarias. Se llegó así a este punto en que no puede hablarse de acefalía, porque hay una titular del peronismo, pero sí de un vacío de poder, por CFK tuitea pero ya no manda, no ordena, no acomoda. Es una más en la disputa interna, y las urgencias hacen que toda pelea resulte inoportuna por estos días, en que se juega demasiado.
En los últimos días Gildo Insfrán (presidente del órgano partidario) convocó al Congreso ante el enojo de muchos que planeaban boicotearlo, y al cabo el fallecimiento del Papa evitó un escándalo, porque permitió suspender el llamado para la reunión que iba a hacerse hoy. Pero la batalla está ahí, sin resolverse. Hay muchos cuestionamientos a la conducción, sobre todo entre los caciques provinciales, que tienen demasiados problemas como para ver cómo se sigue desperdiciando tiempo en la pulseada entre Cristina y Axel. Claro que la interna bonaerense es importante, pero no puede todo el movimiento justicialista del país seguir atascado por eso. Genera un vacío que cada vez se nota más. El año pasado, ningún gobernador apoyó a Cristina cuando anunció públicamente que sería candidata a presidenta del partido. Cuando después, sin que nadie votara, Cristina asumió como presidenta del partido, se confirmó el rechazo: ningún gobernador asistió al acto. Son señales más que claras de que nada está bien. Y sorprende que se extienda la situación, cuando está próximo a jugarse el futuro del partido y del país.
El Esquiú.com