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miércoles, 25 septiembre, 2024

Atrapados en el pasado

viernes, 30 de agosto de 2024 01:49

Año 2024. La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, señala en un acto público: “Reabriremos todas las causas de víctimas del terrorismo para que sea la justicia la que haga lo que debió hacer (…) Todos los montoneros tienen que estar presos respondiendo por ensangrentar nuestra nación”. Los Montoneros fueron una organización guerrillera (integrada incluso por la actual ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich), que se había formado durante la dictadura de la denominada Revolución Argentina, que había derrocado al gobierno del radical Arturo Illia, electo con el peronismo proscripto. Ha transcurrido más de medio siglo desde aquellos acontecimientos, que desataron una cadena sangrienta de sucesos en los cuales las responsabilidades primigenias son cada vez más complejas de identificar. Cada acto violento tuvo otro acto violento anterior como motor, y cada quien inicia el racconto donde le parece. Se puede remontar el análisis al 76, al 74, al 70, al 66, al 55, o al año que desee. Todos los bandos encontrarán una razón para explicar su accionar.

Un mojón indiscutible es 1983, año en que se recuperó la democracia. Y allí se inició un revisionismo con miradas tan disímiles que tornan imposible ensayar un relato medianamente objetivo de la historia nacional. El presidente Raúl Alfonsín comenzó investigando los años de la última dictadura cívico-militar, tarea que ofreció como testimonio contundente el “Nunca Más”, informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). El trabajo se centró sobre el terrorismo de Estado, pero luego el propio Alfonsín atenuó los efectos sobre los represores, primero con la Ley de Punto Final, que marcaba la caducidad de las acciones penales y luego la Ley de Obediencia Debida, que responsabilizaba sólo a los jerarcas. Más tarde, el presidente Carlos Menem indultó a todos, subversivos y militares, con el declarado propósito de dar vuelta la página y pacificar el país. Luego, ya en los 2000, el presidente Néstor Kirchner impulsó la derogación de ambas leyes y se determinó que los delitos de lesa humanidad no prescribirían, por lo que se reabrieron una multitud de causas. Ahora el Gobierno libertario retoma el tema en sentido contrario, con una mirada más benévola hacia los represores y sed de castigo a los subversivos.

Pasaron más de 50 años. En menos tiempo se unificaron las dos Alemanias tras la Segunda Guerra Mundial. En menos tiempo recompusieron relaciones Estados Unidos y Japón tras los lanzamientos de dos bombas atómicas. En menos tiempo cayó la Unión Soviética tras la Guerra Fría con los norteamericanos. Pero Argentina sigue estancada en esa etapa nefasta, con odios a flor de piel, rencores que no envejecen, heridas que no cicatrizan, dolores que perduran, venganzas que se esperan. Pasan años y décadas y nadie cede un milímetro. Y se vuelve a discutir lo mismo una y otra vez, en una espiral infinita. Es tan triste como sorprendente. Y es decepcionante observar que no aparece ninguna luz en el horizonte que indique se podrá superar esa etapa alguna vez.

El Esquiú.com

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