Daniel Cano nació en Buenos Aires, pero a los pocos meses su familia se trasladó a Catamarca. En la adolescencia, por cuestiones del destino, volvió a su provincia natal, aunque con el tiempo regresó a la tierra que lo adoptó y en la que forjó su profesión como tatuador, formó familia y se aferró a su pasión por el trail running.
Conocido como “Dani Tatoo”, es el artífice del arte que queda para siempre en la piel de quienes deciden llevar tinta en su cuerpo.
En diálogo con INFORAMA, se explayó sobre temas puntuales de su profesión. Ante la consulta sobre cuál es la situación más impactante que vivió (y aun vive) en su trabajo no dudo en responder que son aquellas en las que un padre o una madre pierden a un hijo y, al instante, buscan plasmar un recuerdo en su piel. “Hay gente que vino al otro día de que falleció su hijo. Es decir, no empezó el duelo y ya está tatuándose como forma de recordar. Eso me parece re fuerte”, señaló.
Otro de los temas que abordó fue el de los tatuajes en pareja, sobre lo cual tiene una postura firme: está en contra. “Estoy un poco en contra de los que se hacen cosas de pareja. Los que se tatuaron cosas así, después vinieron a taparse. Me dicen: ‘¿te acordás que me insististe para que no lo haga? Bueno, acá estoy’”, contó entre risas.
En cuanto a la profesión en Catamarca, destacó que el sector creció notablemente: “Debe haber unos 40 tatuadores”. También subrayó el avance de la tecnología en el rubro y la importancia que tiene para las nuevas generaciones: “Es fabuloso para los más jóvenes porque saben usarla. Nosotros, los viejos… yo que soy viejo, me cuesta un montón, pero me adapto, me tengo que adaptar”, reconoció.