Ariel Sujarchuk opina que el Partido Justicialista debe actualizarse para representar a los trabajadores del futuro y responder a los desafíos tecnológicos. Destacó la necesidad de ampliar el discurso y construir acuerdos políticos para enfrentar el modelo de Milei. “El postcristinismo, en mi caso, no es el anticristinismo, sino empezar a partir de un legado y construir un futuro“, sostuvo en Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Ariel Sujarchuk es intendente de la municipalidad de Escobar y dirigente del Partido Justicialista. Se desempeñó como subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social entre 2012 y 2015. Fue elegido intendente del partido de Escobar por primera vez en 2015 y reelecto, tanto en 2019 como en 2023, con diferentes coaliciones políticas. Además ha ocupado cargos nacionales importantes, como presidir el Ente de Control y Gestión de la Vía Navegable hasta agosto del 2022, tras lo cual fue designado secretario de Economía del Conocimiento, hasta 2023.
Para recibirlo en el programa pusimos la canción “Vintage”, de la banda española Ginebras, porque usted había dicho que el peronismo tiene la necesidad de actualizarse para que no quede “vintage”. ¿Cuáles son los principales problemas que tiene el peronismo y cómo tendría que actualizarse?
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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Yo creo que hay que siempre representar futuro. El peronismo tiene valores claros, una mirada sobre la justicia social, sobre la inclusión, sobre cómo pararse frente a la sociedad, que son valores históricos y que también son de futuro.
Lo que hay que entender es que representar a los trabajadores tiene que entenderse también a los trabajadores del futuro. Hoy la revolución digital, todo lo que hace a la inteligencia artificial, modifica por completo las tareas, las jornadas laborales. Implica los mismos cambios que tuvo la Revolución Industrial en el siglo pasado: cambios en los hábitos de producción, cambio en los hábitos de consumo, cambio en los hábitos laborales y cambio en los hábitos culturales.
Entonces, hay que representar a los nuevos trabajadores, a las nuevas modalidades de trabajo, y entender también que hay otra manera de expresarse, de vincularse, de comunicarse con la comunidad.
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¿Se refiere a las personas, por ejemplo, que trabajan por su propia cuenta, que son autoempleados? ¿Y también se refiere a los desempleados que no encuentran trabajo, como por ejemplo la asistencia que hicieron las organizaciones sociales? Déjeme entender por dónde va usted. ¿A quién tiene que representar el peronismo?
Mire, en la generación a la que nosotros pertenecemos, alguien quizás entraba a una fábrica a los 25 años, y aspiraba a irse 30 años después con una medallita de reconocimiento, una jubilación, hacer una carrera. Hoy nadie se representa a sí mismo toda la vida en un mismo lugar.
A su vez, los cambios tecnológicos hacen que los robots vayan reemplazando las tareas más físicas, por lo tanto, los operarios tienen que ser personas con capacitación tecnológica. Por lo tanto, es clave reentender la educación, la educación virtual. Lo mismo el funcionamiento del periodismo, la comunicación, la integración digital. En cada una de las áreas de las que queramos hablar: en el derecho, en la economía, etc., hay un cambio sustancial.
Creo que no hay una plena dimensión en la dirigencia en general—no solamente en el peronismo—de lo que va a significar toda la era de la inteligencia artificial en la humanidad. Y si uno quiere ser un dirigente del futuro, tiene que anticiparse a este fenómeno, donde la ciencia está mucho más avanzada que la política en este momento.
¿Y cómo evalúa la conducción actual del peronismo? ¿Tiene esa capacidad, esa plasticidad, para adaptarse al presente y al futuro?
Confío, porque creo que siempre ha sabido renovarse a sí mismo. Hoy estamos en una crisis de liderazgo, producto del paso del tiempo, de las internas, de haber perdido las elecciones y también de estar desconectados de muchos de los problemas que le preocupan a la sociedad.
Hoy en la provincia de Buenos Aires seguridad es tema principal. Hay que reformar el sistema educativo y hay que trabajar intensamente para construir un modelo económico que no genere un industicidio, que creo que es lo que va a pasar en 2026 si el Presidente no toma algunas medidas y sigue con unas asimetrías tributarias que hacen que al que importa le resulte mucho más barato fiscalmente traer un producto que al que lo produce en el país.
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Dado los dos diagnósticos que usted hace—por un lado, que el problema de seguridad es esencial y, por otro lado, que la política económica del Gobierno nacional lleva a ese industricidio—, ¿usted ve a Axel Kicillof como ese posible líder del peronismo? ¿Cuál es su crítica respecto de su posición en la inseguridad por parte del gobernador?
Yo creo que tenemos que reformar el modelo de gestión de la policía bonaerense. Debe modificarse sustancialmente. Hoy, buena parte de la financiación está en manos de los municipios, que son los que aportan la mayor cantidad de renovación.
Creo en la configuración de policías locales. Creo que la policía local debe ser un área de ingreso a la Policía Bonaerense, pero que también debe cumplir funciones específicas. Todos los intendentes hoy estamos comprando cámaras con inteligencia artificial, ampliando nuestros centros de monitoreo… ponemos muchísima plata.
Le puedo asegurar que en el partido de Escobar invierto, poner una unidad de medida: 350 cuadras de asfalto en lo que gasto en seguridad. Entonces, hay que entender: o cambia el rol de los intendentes y se hace derecho, o el Estado nacional vuelve a enviarle a la provincia de Buenos Aires los fondos que le quitó este gobierno, que son necesarios, y la Policía de la provincia de Buenos Aires debe rever su sistema de gestión y trabajar en conjunto con los municipios para lograr mejores resultados.
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Recuerdo que en un momento había habido—si no recuerdo mal, hace ocho años—una tendencia a crear policías municipales. También he escuchado críticas en ese sentido, de que no estaban lo suficientemente preparados. Creo que había sido al final del gobierno de Daniel Scioli al frente del gobierno bonaerense. ¿Cuál es su visión respecto de las ventajas que tiene una mayor, podríamos decir, localización de los sistemas de seguridad en cada uno de los municipios?
Se lo voy a explicar corto y conciso. Si, mientras yo estoy hablando con usted en alguna plaza de Escobar o de cualquier parte de la Argentina o del mundo, hay una persona alcoholizada; puede pasar todo el tiempo, en cualquier lugar; esa persona alcoholizada no está en sus cabales, ni en el uso de su racionalidad ni de su fuerza, y ataca a una pareja de jovencitos o de adultos mayores. Si va un policía bonaerense y le pega un tiro, es un abuso de autoridad. Nadie merece perder la vida en esa situación. Si se agarran a puñetazos, solo Dios sabe cómo termina, porque la persona alcoholizada, como decíamos, no está en uso cabal de su fuerza ni de su actitud racional, y el policía se tiene que defender.
Si usted pone un policía local con armas no letales, que son las que compramos en Escobar para defender a los vecinos. Le da la voz de alto, no se detiene. Le exhibe el arma, no se detiene. Ejerce la fuerza, le pega un tiro en la pierna. No va a perder la pierna, no va a sangrar, pero sí le va a doler un montón y va a caer al piso. Le pone las esposas y lo deja a disposición de la comisaría. Y se termina el problema.
¿Con esto qué le quiero decir? Soluciones prácticas y sencillas. El Estado del futuro tiene que ser un Estado ágil, dinámico, sencillo y efectivo, que resuelva de manera práctica los problemas de la gente. Y que la bonaerense se dedique a lo que puede ser: piratas del asfalto, drogas, robos complejos, todos los otros delitos que requieren interacciones interjurisdiccionales o la investigación de bandas criminales.
¿Usted critica la política de seguridad de la ministra Patricia Bullrich, o lo entendí mal?
Todavía no la veo. En principio necesitamos que los gendarmes. Lo mismo que hizo durante el gobierno de Macri, que nos enviaba gendarmes y prefectos. Bueno, hoy en el conurbano bonaerense no están. Hizo un plan ahora, pero todavía no vienen. Están faltando efectivos. Necesitamos más Gendarmería, más Prefectura, y una cuestión que me gustaría es que se refederalice el narcotráfico. Porque el narcomenudeo, que salió del delito federal, no resultó. Se hizo una ley con buenas intenciones, pero hubo malos resultados. Por eso también hay que tener la capacidad de corregir y volver a federalizar todos los delitos de drogas, para que no solamente se dé con el hilo más fino, que es el que vende en las casas, sino que se agarren las bandas delincuentes que son las que traen la droga de fuera de la Argentina o la producen en algún lugar y pasan por cuatro o cinco jurisdicciones provinciales, y nadie los ve.
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¿Lo que usted dice es que cuando la ministra Bullrich tenía la misma posición que tiene hoy, como ministra de Seguridad en el gobierno de Mauricio Macri, la gobernación de la provincia de Buenos Aires estaba en el mismo partido, con María Eugenia Vidal, y en ese caso Patricia Bullrich enviaba gendarmes y refuerzos federales a la policía de la provincia de Buenos Aires, y en este caso, como casualmente quien es gobernador es del partido contrario y probablemente el principal adversario del presidente, no lo hace? ¿Ve una intencionalidad política en esta diferencia?
Por eso seguridad tiene que ser política de Estado. Hay que entender que no tiene que ser ni de derecha, ni de izquierda, ni de centro. Esas son categorías también vintage, de la Revolución Francesa. Tiene que haber una política de Estado que se sostenga, que se pueda llevar adelante independientemente de la alternancia partidaria y democrática, y que resuelva estos problemas.
Yo estoy seguro de que, con liderazgo, con coraje y con decisión política, podemos bajar sustancialmente el delito en la provincia de Buenos Aires. Lo que necesitamos es también que haya una mesa de diálogo, de trabajo conjunto, para aprovechar los recursos y renovarnos constantemente, porque la inteligencia criminal tiene tecnología, no puede ser que le falte a la inteligencia policial.
Deme su visión de acá a 2027 del Partido Justicialista. ¿Cómo imagina usted que tendría que llegar a 2027? ¿Cómo se tendría que dirimir quiénes van a ser candidatos a gobernador y a presidente? Cuéntenos su ideal.
Yo creo que, para las elecciones ejecutivas, debe haber PASO. Porque es la herramienta más clara y democrática que tiene el sistema para definir candidatos, como lo vimos en la última elección.
En segundo lugar, creo que el Justicialismo tiene futuro y tiene capacidad de renovarse a sí mismo, como también tiene que ampliar su capacidad de acuerdos y su discurso, para volver a hacer frente con otras fuerzas políticas que creen que el modelo de país al cual nos lleva Javier Milei no es un país que contenga a la gran mayoría de los argentinos.
…¿Dando vuelta la página de La Cámpora y de Cristina Kirchner?
Nadie tiene derecho a jubilar a otro argentino, Jorge. Independientemente de las opiniones que pueda tener cada uno, Cristina representa un caudal de votos importante. Si hoy hace cualquier encuesta, va a ver que es la dirigente que está vista como la principal opositora. Cristina cumplió un ciclo enorme en la Argentina, y habrá que saber construir el postcristinismo.
El postcristinismo, en mi caso, no es el anticristinismo, sino es empezar a partir de los dirigentes que saben construir sobre la base de un legado, un futuro para los argentinos.
Pero a ver, independientemente del legado, y se lo pongo de manera concreta: en esa PASO de 2027, si Cristina Kirchner quiere ser candidata a presidenta, ¿qué piensa?
Bueno, si Cristina quiere ser candidata a presidenta, y hay otros que lo deseen, habrá interna en el Justicialismo. Lo cual me parece muy sano.
¿Y a usted le parece que lo ideal sería que ganase alguien que renovase el peronismo y que no fuera la propia Cristina?
Sí, yo estoy completamente convencido de que el peronismo necesita una renovación.
FM