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San Fernando del Valle de Catamarca
22 agosto, 2025

A los tumbos hacia octubre: un gobierno en crisis y un peronismo en la remake del Frente de Todos

Pidiendo la hora. Discutiendo los laterales. Haciendo tiempo en cada pelota parada. Así llegará La Libertad Avanza a las elecciones de octubre, para las cuales faltan tan solo dos meses. Cortísimo plazo en muchos lugares del mundo. Una eternidad en Argentina.

En su despacho, Javier Milei tacha fechas decisivas del calendario. Entre ellas está cada sesión parlamentaria. Ya no se ríe de aquello de “principio de revelación”. Ahora cada una es un martirio. También anota el 7 de septiembre, escala clave en el camino a octubre. No sabe si ese día habrá turbulencias. A Luis Caputo, en su propia oficina, también le preocupan esas fechas. O, mejor dicho, el día siguiente a cada una de ellas, para ver la reacción de “los mercados” ante cada problema del gobierno. El Messi de las finanzas cada vez más juega al corto plazo.

El combo es el de un gobierno a los tumbos. El esquema de gobernabilidad, que tantas satisfacciones le venía dando a un oficialismo de minoría, empieza a resquebrajarse. El malestar social, el calendario electoral y el agotamiento de un modelo que muestra problemas incluso en sus propios términos, se cuela por las ventanas del Congreso Nacional y le propina serios reveses legislativos al oficialismo, donde esta semana sufrió derrotas por temas sensibles como discapacidad y universidad y le voltearon decretos por temas como Vialidad, INTI e INTA, entre otros. A la hora de cerrar esta nota, se encaminaba también a sufrir otra derrota por tema Garrahan.

A eso se suman los escándalos de corrupción. Diego Spagnuolo -hombre de íntima confianza del presidente Milei- fue removido de su cargo al frente de la Agencia Nacional de Discapacidad luego de la filtración de audios donde él mismo describe las coimas que Karina y Lule Menem cobraban de droguerías. Las internas y guerras de servicios de inteligencia están a la orden del día, pegan cerca de la hermana del presidente y del (¿ex?) Triángulo de Hierro, haciendo resonar los ecos de $Libra que hubieran preferido dejar en el olvido antes de octubre. Además, exponen que el gobierno no solo ajusta sobre las necesidades de sectores muy necesitados, sino que además lucra y roba en esas áreas ultrasensibles.

Por si fuera poco, la economía libertaria, que había sido rescatada por el FMI hace pocos meses en su peor momento, otra vez muestra desequilibrios por todos lados: la inflación dejó de descender y volvió a subir, las tasas de interés vuelan por el cielo para intentar que el dólar no se escape antes de octubre y la economía real se resiente, como mostró el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que arrojó en junio el segundo mes consecutivo de retracción, incluso antes de las últimas medidas que buscan contener los precios a fuerza de recesión y negocios para el capital especulativo.

Desde las usinas libertarias, el objetivo de corto plazo es claro: contener la inflación como sea para encarar lo que queda del proceso electoral con esa bandera como conquista, postular candidatos derechistas de mano dura como José Luis Espert, Patricia Bullrich o Luis Petri condimentados por un suave toque de farandulización y polarizar con un pasado que ya fracasó bajo la consigna de “kirchnerismo Nunca Más”.

La potencia electoral de esa agenda de cortísimo plazo aún está por verse y es incierta, en un marco de crisis económica y social, pero también de un régimen político desgastado que entre el fracaso de los gobiernos anteriores y los problemas del actual, estuvo golpeado en los meses previos por altos índices de ausentismo en las elecciones adelantadas.

Las dudas, sin embargo, conciernen también al ¿mediano? plazo, es decir, a lo que viene después del 26 de octubre. La convocatoria libertaria a llenar las urnas para “pintar el Congreso de violeta” busca hablarle también a los grandes dueños del poder económico, que matizan su entusiasmo con el programa de gobierno al ver las dificultades que tiene Javier Milei. “Ver para creer” sería la consigna de sectores del poder que buscan pruebas de viabilidad del proyecto antes de apostarle una ficha a la segunda parte del experimento de La Libertad Avanza. Por eso, en este plano la apuesta oficialista es a convencer de que un triunfo electoral contundente en octubre abriría el paso definitivo para implementar las reformas estructurales que piden el FMI y los grandes empresarios: la laboral, la previsional y la tributaria.

A las habituales proclamas del FMI exigiendo medidas en ese sentido, se suman también capitalistas locales. Esta semana fue muy explícito el caso de Ledesma, que en un documento de “Memoria y balance” de la empresa se pronunció por una victoria electoral del oficialismo para facilitar que avancen esas reformas. Ledesma es un conglomerado con un historial nefasto no solo de explotación, despidos y precarización, sino que también es un grupo que fue cómplice y ejecutor de crímenes durante la última dictadura.

Claro que esas expresiones de deseo del gobierno y del gran capital tienen que pasar antes primero por la pruebas de las elecciones de septiembre y octubre y después no solo por el “nuevo” esquema de gobernabilidad que surja tras los comicios sino también, y sobre todo, por la reacción ante ellas del descontento social que se acumula y que puede “vetar” esos intentos en las calles, como ya le sucediera a Mauricio Macri en 2017. Las demandas de los jubilados, las personas con discapacidad o del Hospital Garrahan que se cuelan en los debates del parlamento son, aún de forma distorsionada en ese ámbito, una expresión de ese malestar y un alerta spoiler de lo que puede venir si el gobierno libertario intenta avanzar a fondo con más ajustes y planes estructurales. La incipiente construcción de “terceras vías” electorales y asociaciones entre gobernadores que comparten el rumbo de ajuste pero reclaman por fondos para sus provincias y para intereses como los de las patronales del campo no son ajenas a estas especulaciones respecto de si el plan de Milei “puede fallar”. Puede que no todo marche acorde al plan.

Aún así, las idas y vueltas que sufren las demandas populares que llegan a discutirse en el Congreso Nacional, como los reclamos de los jubilados que quedan postergados y expuestos al poroteo de los distintos bloques políticos, muestran también la necesidad de poner en debate qué tipo de oposición es necesaria para derrotar el plan de Milei y los grandes empresarios. También, de discutir el rol de la CGT, la CTA y los grandes sindicatos que siguen borrados de las calles.

Muy significativo en este sentido fue el cierre de listas hacia las elecciones de octubre. Si la apuesta de La Libertad Avanza es hacia polarizar con el pasado, cabe decir que el armado del peronismo buscó esconder a sus principales referentes (como Sergio Massa o Máximo Kirchner) para dificultarle al oficialismo la asociación de Fuerza Patria con el Frente de Todos.

Sin embargo, la realidad es que las listas del partido que preside Cristina Kirchner desde su prisión domiciliaria (contra la cual el peronismo ya no lucha) están superpobladas de ex funcionarios de Alberto Fernández y parlamentarios que fueron parte del Frente de Todos.

Por nombrar tan solo los casos más significativos, cabe señar que Jorge Taiana fue ministro de Defensa de Alberto Fernández y uno de los “vacunados VIP” durante la pandemia. También el ex jefe de gabinete de Alberto Fernández, Juan Manzur, será candidato del peronismo en la provincia de Tucumán, junto a Osvaldo Jaldo, que encabeza la lista como candidato testimonial. Esta lista de unidad del peronismo, de la cual también participa el kirchnerismo en la provincia, representa no solo a lo peor del colaboracionismo con el ajuste de Milei sino también al más nefasto oscurantismo opuesto al derecho al aborto, a todos los derechos de las mujeres y al bussismo que representa el pasado oscuro de la dictadura en la provincia. Asimismo, en la provincia de Buenos Aires también es candidato Nicolás Trotta, quien fuera también ministro de Educación de Alberto Fernández. La lista continúa con Agustín Rossi, que es candidato en Santa Fe y también fue funcionario del gobierno de Alberto Fernández, desempeñándose como Ministro de Defensa, Interventor del AFI y Jefe de Gabinete. A su vez, Raquel “Kelly” Olmos, que va en las listas de CABA, fue ministra de Trabajo del ex presidente del Frente de Todos. Por otra parte, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires encabeza la lista Itaí Hagman, quien como diputado del Frente de Todos fue un hombre clave para que se aprobara el acuerdo con el FMI que realizara en su momento Martín Guzmán, al “ceder” (in)oportunamente su lugar en una comisión decisiva y luego abstenerse de rechazar la entrega en el recinto. Hagman también puso su voto como diputado para aprobar ajustes a los jubilados y beneficios a grandes empresas como Mercado Libre.

Por supuesto, en las listas del peronismo tampoco faltó espacio para incluir a representantes de otras diversas facciones del kirchnerismo, del massismo, de Guillermo Moreno o de las cúpulas sindicales, como “Huguito” Moyano, Hugo Yasky, Sergio Palazzo o Vanesa Siley.

Otra de las notas significativas del cierre de listas del peronismo fue también, por supuesto, Juan Grabois, quien esta semana en C5N, entrevistado por Gustavo Sylvestre, confirmó que su amenaza de romper e ir en lista propia había sido tan solo una “paritaria” (sic), es decir, una negociación por cargos. Al igual que en años anteriores, cuando terminó llamando a votar a Daniel Scioli, a Alberto Fernández y a Sergio Massa, Grabois terminó en las listas del peronismo tradicional, solo que esta vez con mejores cargos para su espacio.

Claro que este cierre y este debate dejó disconformes a muchos simpatizantes del peronismo que venían reclamando por opciones más confrontativas contra los planes de Javier Milei. Son sectores que no solo venían ya disgustados por el fracaso del gobierno del Frente de Todos, sino también por la falta de una oposición firme en el Congreso y en las calles para enfrentar al gobierno de ultraderecha. De forma recurrente, no solo se escucha en las calles sino que también es reflejado por muchas encuestas que muchos votantes del peronismo quisieran ver menos pasividad frente a la ultraderecha y más movilizaciones y paros para derrotar esos planes. La ausencia total de la CGT una vez más este miércoles para apoyar a los jubilados fue una mancha más de un peronismo que no pone lo que hay que poner para enfrentar a la derecha.

Pero no es solo la CGT. La convocatoria de las cúpulas del peronismo tan solo a votar ahora y después esperar un recambio en 2027 genera cada vez más disconformidad entre los sectores que no quieren soportar más los ataques del gobierno de Milei y mucho menos dejarlo hacer durante dos años más para que arrase con todo. Ni hablar de que las cúpulas abandonaron la lucha contra la cárcel y proscripción de Cristina Kirchner.

En ese sentido, “gusto a poco” ha dejado en muchos este cierre del peronismo, en el que se priorizó mucha unidad “hasta que duela” con cualquier burócrata y traidor y mucha más moderación que confrontación con la ultraderecha, una receta que ya fracasó con el Frente de Todos que respetó al gran poder económico, al FMI y a la herencia macrista y terminó en un desastre.

Es por eso que el Frente de Izquierda, además de su presencia cotidiana apoyando cada lucha, utilizará también estas elecciones para profundizar este debate. A diferencia del resto, sus listas están compuestas por trabajadores y trabajadoras, jubilados, estudiantes, representantes de luchas como el Garrahan y tantas otras emblemáticas del momento actual. El PTS-FITU, a la par que convoca a poner en pie una gran campaña de la izquierda -que ya está cobrando fuerza con miles de compañeros y compañeras que recorren cada barrio, cada lugar de trabajo y de estudio- para fortalecer esta alternativa y conquistar más bancas de lucha para el único espacio que está siempre en las luchas, que jamás le aportó ni un solo voto a Milei, que son los que están siempre del mismo lado y que no panquequean, también está convocando a un amplio debate para discutir la necesidad de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora con los miles que ven la necesidad de un rumbo distinto al de los últimos años, un partido que se proponga tener influencia sobre millones, que sea una herramienta sin burócratas e independiente de los capitalistas para poner en la escena nacional el peso que debe tener la clase trabajadora que hace mover el país, y también que se proponga el indispensable desafío de recuperar las comisiones internas y los sindicatos como herramientas de lucha para derrotar los planes de Milei, el FMI y los grandes empresarios.

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