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miércoles, 16 octubre, 2024

Giselle, en el Teatro Colón: una obra considerada eterna, con una puesta excelente y delicioso elenco argentino

El Ballet del Teatro Colón, que dirige Mario Galizzi, repuso uno de los títulos más celebrados del repertorio tradicional: Giselle estrenado originalmente en 1841 en la Ópera de París y con el que en aquel momento se descubrió una nueva estrella de la danza, Carlotta Grisi, en esa cuna que ya había visto nacer muchas artistas hoy legendarias.

Después de varias Giselle invitadas por el Ballet del Colón -las deslumbrantes Natalia Ossipova y Marianela Núñez y más lejanamente en el tiempo, Alessandra Ferri-, en este ciclo de nueve funciones que comenzó el martes 15, las cuatro bailarinas que interpretan el rol pertenecen a la compañía del Teatro: Camila Bocca, en el estreno, y luego Ayelén Sánchez, Rocío Agüero y Beatriz Boos (para estas tres últimas es un debut absoluto en uno de los roles más difíciles de la historia de la danza escénica).

A pesar de los 180 años trascurridos desde el estreno original, la bailarina que encarna Giselle debe poseer las mismas cualidades que las críticas de la época atribuían a Carlotta Grisi: un gran virtuosismo, liviandad, sensibilidad y fuertes aptitudes dramáticas.

Giselle, cuyo libro fue escrito por el novelista y crítico Téophile Gautier junto con Jules de Vernoy -un personaje extravagante pero muy hábil libretista- tiene una estructura perfecta: por un lado, dos actos muy contrastantes entre si por sus respectivos ambientes, que son opuestos pero a la vez complementarios: ninguno de los dos actos podría sostenerse por sí mismo; uno depende del otro para que la historia pueda ser contada.

Por otro lado, el argumento está expuesto con un gran poder de síntesis; bien podemos compararlo con los de los ballets del período posterior como El lago de los cisnes o La bella durmiente, tantísimo más extensos.

Hay que agregar la riqueza interpretativa que el personaje de Giselle precisa y las muy bellas variaciones coreográficas de los dos actos para concluir en que siempre es una felicidad volver a ver esta obra.

La danza en sí misma es el núcleo del argumento: el personaje de ella tiene un deseo inagotable de bailar que está siempre amenazado por su salud frágil. Y por su parte las wilis, espíritus de muchachas abandonadas por sus enamorados antes de la boda, hacen bailar hasta la muerte a los hombres que se aventuran en su reino. Así ocurre con el guardabosque Hilarión, que busca a Giselle -ya transformada en wili- hasta este reino y está cerca de ocurrir con Albrech aunque ella lo perdona y lo salva.

En Giselle, la danza habla de la danza y este es un rasgo muy singular de la obra.

Camila Bocca y Juan Pablo Ledo, los protagonistas de la primera fiunción de Camila Bocca y Juan Pablo Ledo, los protagonistas de la primera fiunción de “Giselle”. Foto: Arnaldo Colombaroli/Prensa Teatro Colón

Cómo fue la actuación del elenco

Camila Bocca y Juan Pablo Ledo fueron los protagonistas en la función de estreno; hay que mencionar aquí a Élisabeth Platel, una gran figura del Ballet de la Ópera de París que fue invitada por el Teatro Colón para trabajar con los primeros bailarines, no en el montaje de los pasos, sino en la profundidad y sutileza de sus personajes.

Su presencia, sin duda, tuvo su beneficioso efecto en la interpretación de estos papeles tan exigentes, no sólo el de Giselle y Albrech, sino también el de Myrtha, la reina de las wilis.

Juan Pablo Ledo y Camila Bocca se entregaron comprometidamente al juego de la historia; tanto en el primer acto, con la alegría del primer encuentro y la desilusión cuando se revela el engaño de Albrecht, como en el segundo acto, mucho más complejo: las emociones de ambos están filtradas a través de un clima sobrenatural.

Ayelén Sánchez hizo una estupenda Myrtha, esa distante reina de las wilis; no malvada como aclaraba Ayelén en una entrevista reciente, sino serena y no afectada por las emociones de los dos personajes centrales.

También fueron muy destacadas las interpretaciones de Natalia Pelayo y Caterina Stutz como las “asistentes” de Mytrha y realmente admirable el Hilarión de Emanuel Abruzzo. El rol del guardabosque no tiene una gran expansión, pero es clave en la historia: él sospecha que Albrecht no es un aldeano sino un aristócrata de incógnito; él lo desenmascara sobre el final del primer acto, busca a Giselle en el reino de ultratumba y es condenado por las wilis.

Abruzzo encontró muchos recursos para dar vida a su personaje y lo hizo en una medida muy expresiva pero sin sobreactuaciones.

Y unas palabras para el llamado “Pas de Paysan”, una variación preciosa y muy festiva del primer acto con las actuaciones excelentes de Stephanie Kessel y Jiva Velázquez.

El cuerpo de baile es decisivo en la historia: el pequeño mundo de amigas y vecinos que rodea a Giselle en su sencilla aldea durante el primer acto; y las wilis del segundo acto, que sostienen bellamente esa atmósfera poética y nocturnal. En las dos instancias hubo en la función de estreno un gran trabajo de puesta en escena y de desempeño coreográfico.

Una grandiosa puesta de Una grandiosa puesta de “Giselle”, con elenco plenamente argentino. Foto: Arnaldo Colombaroli/Teatro Colón

Élisabeth Platel comentaba en un ensayo: “Hay que volver creíble hoy una historia creada en 1841”. Lo que quizás se podría agregar es que Giselle es también una obra eterna.

Ficha

Giselle

Calificación: Excelente

Coreografía: Jules Perrot y Jean Coralli con la reposición de Gustavo Mollajoli Música: Adolphe Adam Ballet del Colón, Director: Mario Galizzi Teatro: Colón, funciones 16, 17, 18, 19, 20, 22, 23 y 25. Las funciones dominicales serán a las 17, las demás a las 20.

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