sábado, 22 de febrero de 2025 22:14
Hace ya un buen tiempo que Boca anda con la cabeza en otra parte, pensando en los objetivos mayúsculos antes que en el partido que tiene enfrente. Así fue con el plano local mientras aquel equipo de Jorge Almirón avanzaba en la Copa Libertadores 2023, o durante todo el 2024, año en el que más que las competencias en juego la única prioridad parecía ser volver a competir por la Séptima. Y así se volvió a vivir el partido que terminó en victoria 2 a 1 ante Aldosivi, con la atención puesta en que la formación alternativa de Fernando Gago hiciera su trabajo y doblegara a un rival en los papeles muy menor, pero con el corazón y la incertidumbre depositados en lo que sucederá el martes en la revancha contra Alianza Lima.
Eso, básicamente, se debe a la necesidad por el postergado volver a ser, pero más aún porque este Boca no invita a disfrutar ni mucho menos. Al contrario, la propuesta del DT parece haber entrado en una confusión tal que ya los niveles individuales no lo salvan. Y para peor, algunos nombres que exasperan a la gente terminan siendo testigos de lo poco que afecta al entrenador los comentarios externos que -sin embargo- en la calurosa tarde-noche de la Bombonera fueron elocuentes.
Primero, por ser el fiel reflejo de adelantarse en el tiempo y palpitar más el choque copero que se jugará en 72 horas que el que está sucediendo in situ, pero más que nada en el clima de temperatura en ascenso que se vivió a medida que el partido avanzaba. Un ambiente tenso pese a los gritos iniciales de apoyo, que fueron mutando hasta llegar a los reclamos explícitos y derivaron en silbidos al regresar al vestuario con el pálido e inexpresivo empate en cero que explicaba todo.
Al volver, de la nada, un zapatazo de Luis Advíncula (otra vez de zurda, como aquella noche ante Deportivo Pereira), abrió el trámite. Y el recuerdo pareció remontar la escena a otra dimensión, con la réplica de la épica que tuvo ese partido que inició el camino hasta el subcampeonato en Río de Janeiro. Pero claro, con la cabeza en lo que vendrá o en las señales del destino es que se suele complicar el presente. Y así, otro golazo (esta vez de la visita, anotado por el recién ingresado Tiago Serrago), volvió a poner las cosas en la realidad actual.
Entonces empezó otra película, ya con tintes de convertirse en una de terror. En pocos minutos, potenciado por la impotencia de un equipo que no sabía cómo ni por dónde, la impaciencia empezó a transformar el clima en una caldera que pareció estallar cuando Gago hizo el cambio que le daría el click definitivo a la noche. Porque el ingreso de Kevin Zenón -insólitamente postergado en este Boca- por el fuertemente silbado Lucas Janson, pareció el disparador de los cantos más hirientes de la noche.
“Con la camiseta de Boca, matar o morir”, “A ver si se dan cuenta, que están jugando en Boca”, dos expresiones de hastío, completaron el combo iniciado por el segundo “Movete, Xeneize, movete” del partido. Y dejaron la efervescencia al máximo, justo antes de que el zurdo con pocos minutos en cancha le filtrara una pelota precisa a Milton Giménez para que entre todas las voluntades Miguel Merentiel termine marcando el gol del partido. El que le dio tres puntos más a Boca en el Apertura, pero que en la cabeza de todos (tal como bajó de las tribunas con el pitazo final) solo sirvió como prueba de fuego antes de la final anticipada del martes.