Su comentario generó revuelo y abrió nuevamente la discusión sobre la autenticidad de gran parte del contenido en línea.
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La inteligencia artificial ingresa en una nueva etapa, pero sigue sin generar confianza entre personas y empresas
Sam Altman, CEO de OpenAI.
El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, volvió a poner en el centro del debate una idea que hasta hace poco se consideraba casi conspirativa: la teoría de la “Internet muerta”. En un mensaje publicado en X, Altman sostuvo: “Nunca me tomé tan en serio la teoría de la Internet muerta, pero parece que ahora sí que hay muchas cuentas de Twitter gestionadas por LLM”, en referencia a los grandes modelos de lenguaje (LLM) que impulsan sistemas como ChatGPT y otras herramientas de inteligencia artificial generativa.
Su comentario generó revuelo y abrió nuevamente la discusión sobre la autenticidad de gran parte del contenido en línea. Desde la aparición de ChatGPT en 2022, los sistemas de IA han facilitado la creación automática de textos, imágenes y videos, tanto para usuarios legítimos como para quienes buscan generar tráfico o posicionamiento de manera artificial. Esta expansión tecnológica ha hecho cada vez más difícil distinguir entre actividad humana genuina y contenidos generados automáticamente, alimentando la percepción de que buena parte de la web podría estar dominada por algoritmos.
Qué es la teoría de la “Internet muerta”
La teoría de la “Internet muerta” sostiene que la web, tal como la conocemos, “murió” en algún punto y que la mayoría de sus interacciones actuales provienen de sistemas automatizados y no de personas reales. Los defensores de esta idea señalan que el cambio habría ocurrido entre 2016 y 2017, coincidiendo con el auge de algoritmos avanzados en servidores y redes sociales, que posibilitaron una producción masiva de contenido simulado.
Según esta hipótesis, gran parte del tráfico en plataformas sociales, foros, comentarios y reseñas sería generado por bots y sistemas de IA diseñados para imitar la actividad humana. Esto incluye:
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Dominio de bots y automatización: publicaciones y reseñas creadas por programas que simulan el comportamiento humano, manteniendo la ilusión de interacción.
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Proliferación de contenido generado por IA: artículos, imágenes y videos producidos en masa, muchas veces para mejorar el posicionamiento en buscadores o aumentar la monetización de plataformas digitales.
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Reducción de la participación humana real: comunidades y debates auténticos se verían reemplazados por simulaciones algorítmicas que inflan métricas de actividad.
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Disminución de la creatividad: el contenido espontáneo y genuino pierde terreno frente a material sintético homogéneo, generando una web más predecible y menos auténtica.
Aunque no existen pruebas concluyentes de que la mayor parte de la actividad en internet sea artificial, informes de firmas de ciberseguridad indican que casi la mitad del tráfico de la red podría estar generado por bots. No todos operan con fines maliciosos, pero la línea entre actividad humana real y automatización digital se vuelve cada vez más difusa.
La opinión de Altman y el impacto de los LLM
Altman, al referirse a las cuentas de Twitter gestionadas por LLM, destaca un fenómeno que ha crecido con la adopción de sistemas como ChatGPT y otros modelos de lenguaje de gran escala. Estas herramientas permiten generar textos complejos y convincentes, imitando patrones de comunicación humanos. Si bien la tecnología tiene aplicaciones legítimas, también contribuye a la expansión de contenido automatizado que puede ser percibido como “actividad real” de usuarios.
La declaración del CEO de OpenAI alimentó el debate sobre la responsabilidad de estas plataformas y de quienes desarrollan IA en la creación de una web donde la autenticidad se vuelve difícil de verificar. La teoría de la “Internet muerta” deja de ser solo una idea conspirativa para transformarse en un llamado a reflexionar sobre cómo la automatización y la inteligencia artificial están modificando la interacción digital y la percepción de lo que es real en línea.