Con una ilusión explotada de esperanza, el regreso de Marcelo Gallardo a River tuvo su primera función el 10 de agosto del 2024 ante Huracán en el Monumental. Ese 1-1 que arrancó inflado con un grito del Diablito Echeverri se fue pinchando con el correr del tiempo y casi como un espejo se reflejó en los meses que fueron pasando.
A un año, el panorama no cambió demasiado en cuanto a aquellas esperanzas de volver a ver equipos con el sello y la marca de Gallardo. Ahora las fichas están puestas en un casillero conocido: la Copa Libertadores y los mano a mano que arrancan la semana que viene contra Libertad en Asunción, tratando de repetir aquellos logros del 2015 y del eterno 2018.
Mientras tanto, tras 57 partidos, el DT sigue buscando el mejor funcionamiento y en esa búsqueda fueron quedando en el camino jugadores, frustraciones, triunfos ante Boca, esa obsesión llamada Libertadores, ventas millonarias, regresos mundialistas y, sobre todo, el inclaudicable apoyo de los hinchas que siguen recordando lo felices que fueron no hace mucho tiempo atrás.
En cuanto a los puntos altos, lideran sin dudas el costado positivo los dos triunfos ante Boca, primero en la Bombonera y luego de local con ese golazo de Mastantuono. Eso a Gallardo le sigue quedando perfecto de siza porque aún pesan las 5 eliminaciones directas en los superclásicos que se jugaron entre 2014 y 2019.
En cuanto a las estadísticas, los números no son malos: hasta la fecha consiguió el mismo porcentaje de puntos que su primer ciclo, con el 60 por ciento, ya que dirigió un total de 57 partidos, ganó 27, empató 22 y perdió 8.
En la primera parte le costó más el gol y fue un equipo seguro atrás y con poca efectividad arriba, algo que luego cambió en este 2025, cuando el equipo se abrió más en ataque pero también perdió eficacia defensiva.
La gran deuda, sin dudas, es la falta de títulos. En la Copa Libertadores 2024 anduvo cerca pero sin mostrar piel de campeón. Luego de eliminar a Talleres y a Colo Colo sin brillo, se quedó en semifinales contra el Mineiro, que le ganó los dos partidos sin darle chances.
Ese mismo año pudo acercarse a los de arriba en una remontada final, pero una derrota ante Independiente Rivadavia lo sacó de toda disputa en la Liga Profesional.
Este año tuvo una final —Supercopa Internacional— para entrar en ritmo, pero Talleres le ganó por penales en un partido donde casi no pateó al arco. Después, si bien clasificó sin problemas a octavos de la Copa Libertadores como primero, sufrió la decepción de la eliminación en la Copa de la Liga contra Platense por penales y en el Mundial de Clubes no pasó de la fase inicial por no poder ganarle a Monterrey.
El mercado de pases dejó un sello también para las compras y para las ventas, algo que siempre marcó los tiempos de Gallardo. En los tres mercados de pases fueron 16 las incorporaciones, con un gasto total de 74 millones de dólares, incluyendo dos compras valuadas en más de 10 millones: Kevin Castaño, desde Rusia por 13,8 millones, y Sebastián Driussi, procedente del Austin FC de la MLS por 10 millones.
En este sentido, es pronto para evaluaciones, pero sí sorprendió el caso de Matías Rojas, por el que pagaron millones y no es tenido en cuenta tras haber llegado en enero. Aunque el regreso de Montiel, la llegada del Huevo Acuña y recientemente la bomba de Maxi Salas marcan una tendencia fuerte: con Gallardo, los mercados no pasan desapercibidos.
Por último, también es su sello que el club venda caro. Las dos joyas que salieron en su gestión, y muy en contra de su voluntad, Mastantuono y el Diablito Echeverri, dejaron los montos de sus cláusulas de salida —unos 70 millones de dólares—, para que el balance de las altas y bajas sea parejo en lo económico, aunque muy dispar en la cantidad de jugadores.