Esta vez, Javier Milei no tuvo ningún problema de agenda. El martes 22, en pleno día laboral, se subió al Tango 10 y se dirigió a Córdoba para cerrar el Derecha Fest, un evento privado que nació como un espacio ideológico en 2024 y, en su segunda edición, se transformó en un acto partidario.
El Presidente, que con argumentos endebles decidió no participar de los dos últimos actos patrios (Rosario, el 20 de junio, y Tucumán, el 9 de julio), en esta oportunidad no dudó en viajar para recibir la ovación de unos 2500 militantes, hacer su show de canto e insultos, vaticinar un triunfo en octubre y denostar a su vicepresidenta Victoria Villarruel.
La polémica.
Fue hace un mes, en el streaming Neura, que Milei anunció su participación del evento privado que organizó uno de sus acólitos, su biógrafo Nicolás Márquez, y que auspició La Derecha Diario, de Javier Negre. “Vamos a ir al Derecha Fest, no lo habíamos anunciado públicamente, pero vamos a ir”, dijo. Desde ese momento se convirtió en uno de los padrinos del acto, cuya entrada costaba 35 mil pesos.
Así como con Libra, con la inauguración del templo evangélico de Chaco o con la “Beca Presidencia” del instituto ESEADE de su amigo Benegas Lynch, Milei volvió a ofrecer los atributos presidenciales para un negocio privado.
Pero la mayor polémica, y por lo cual ya ingresó un pedido de informe a la Cámara de Diputados, fue el millonario gasto del Estado para que el primer mandatario pudiese asistir al show. El legislador socialista Esteban Paulón requirió que se reporte el uso del recurso público para trasladarse a un evento privado. Es que, en principio, se movió el Lear Jet 60 de la flota presidencial. En Córdoba lo habrían esperado unos 40 efectivos de la Casa Militar, que viajaron antes. Además, lo custodió un centenar de gendarmes de la base Jesús María para acompañarlo en el traslado desde el aeropuerto hasta el hotel Quórum, donde se hizo el Derecha Fest, menos de 4 kilómetros en línea recta por la avenida La Voz del Interior.
Al show de Milei no permitieron el ingreso del periodismo. Incluso, cuando detectaron que una cronista de Página/12 estaba mezclada en el público, la sacaron del salón. “Me llevaron a un terreno baldío donde había autos estacionados. Me dijeron que me quede tranquila, que era para ponerme una pulsera de prensa”, contó Melisa Molina. Y siguió: “Me tiraron dos billetes de 20 mil, que era lo que valía la entrada que compré por la página web. No los acepté y me dejaron atrás de unas rejas sin permitirme salir, con personal de Casa Militar. Tampoco pude volver a entrar”.
Los excluidos.
En el Derecha Fest no hay lugar para periodistas, pero tampoco para los críticos. Los que acompañan a Milei deben ser devotos de su palabra porque cualquier atisbo de duda en la gestión los puede dejar afuera del círculo de confianza. Así le pasó a dos referentes ideológicos de la derecha, que fueron fundamentales en la primera edición y el martes 22 brillaron por su ausencia.
Cristian Rodrigo Iturralde fue el creador y organizador del primer Derecha Fest, en Buenos Aires, en septiembre de 2024. Contó con la colaboración de la chilena Francisca Morrison, quien se encargó de conseguir el dinero necesario para empezar, y Nicolás Márquez, que le dio publicidad. Las diferencias con la gestión Milei lo fueron marginando: nunca fue confiable. Para la segunda edición, ya estaba afuera.
Algo por el estilo le sucedió al influencer liberal Emmanuel Danann. Fue uno de los principales oradores en la edición de estreno del festival libertario junto a Agustín Laje, pero no participó de esta segunda, a pesar de que ya había cerrado incluso el cachet que iba a percibir. ¿Qué pasó? “Cierta diputada me bajó”, dice a NOTICIAS en referencia a Lilia Lemoine, quien habría convencido a Milei de que Danann no era leal a la causa. “Somos libertarios, no obsecuentes”, se queja el influencer.
Danann dejó de hablar con el Presidente hace un mes. Algunas críticas a su gestión y lo que él dice es una “obsesión” de Lemoine contra él, lo alejaron. “Ella sabe mucho. Se metió en las sábanas indicadas”, sugiere.
En la primera edición, La Libertad Avanza no había reparado en lo que podía significar el espectáculo. Por miedo a que fracasara, los libertarios no lo habían acompañado ni publicitado: ni siquiera un tuit. Pero, al comprobar que funcionó, en esta segunda oportunidad lo tomaron como propio. Transformaron un evento ideológico en un acto partidario que, según sospechan legisladores de la oposición, le costó varios millones a los argentinos.
Iturralde, el creador, ¡afuera!
Lo confirmaron públicamente, entre otros, Nicolás Márquez y Agustín Laje: a quien se le ocurrió la idea de realizar un evento para aunar distintas voces de la derecha en Argentina es a Cristian Rodrigo Iturralde. Pero nunca fue un fanático de Milei y eso le costó caro: el creador terminó por quedar afuera de su evento. En esta segunda edición, Iturralde vio lo que sucedía en Córdoba desde su casa. “El error fue que yo no registré la marca. Lo hizo Márquez a su nombre. En ese momento pensé que no era importante, éramos amigos y me parecía sólo una formalidad”, dice arrepentido.
No está conforme con el giro que dio su creación: “Ahora, en vez de ser una plataforma de derechas, es una plataforma política”, protesta. Y agrega: “Aprovechan la marca Derecha Fest para hacer actos. Son partidarios a ultranza de Milei. No era así en su origen”.