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San Fernando del Valle de Catamarca
15 mayo, 2025

Las redes sociales no son neutrales

Parte de razón tiene Milei –aunque apenas una parte- cuando sostiene que las redes sociales contribuyen a democratizar la información. En una entrevista concedida a La Nación en marzo pasado, el presidente libertario se autodefinió como “un animal de redes sociales”, al punto que algunos lo caracterizan como “el primer presidente troll de la historia argentina”.

A La Nación le dijo: “Para mí las redes sociales son un mecanismo de comunicación directa con la gente. Yo no necesito un intermediario”. Los intermediarios serían los medios de comunicación, que tienen la potestad de publicar según sus propios criterios periodísticos. Los usuarios de redes, entonces, tendrían la libertad de expresar sus opiniones libremente, sin filtros.

La valorización de las redes sociales y de los canales de streaming, para Milei, es un proceso que se vincula estrechamente con la demonización de los medios y el periodismo. En ese contexto debe entenderse su frase: “Creo que la gente no odia suficientemente a los periodistas”.

Las redes sociales, sin embargo, lejos están de ser una panacea. Además de ser canales por los que circulan gran cantidad de noticias falsas, deliberadamente elaboradas, inexactitudes, distorsiones y falsedades de todo tipo, sin el más mínimo y elemento chequeo de la información como sí lo hace el periodismo profesional, las redes son también, como señala el economista de la Universidad Nacional de Buenos Aires Pablo Caramelo en un trabajo de investigación, “superestructura de dominación”. Y en ese papel, lejos de ser neutrales (como sostiene Milei), operan como herramientas que perpetúan las relaciones de poder y profundizan las desigualdades económicas”.

Las redes sociales tienen también gravitación en el modo en que los ciudadanos perciben la realidad. La investigadora catamarqueña María Soledad Segura, doctora en Ciencias Sociales, señaló en una entrevista concedida a El Ancasti el pasado mes de marzo que “las noticias falsas, los discursos odiantes, los negacionismos son tan antiguos como la historia de la humanidad”, pero que el fenómeno se ha agravado con la irrupción de las redes sociales.

Caramelo entiende que “los algoritmos de las redes sociales, diseñados para maximizar el tiempo de permanencia de los usuarios, priorizan contenidos que generan emociones intensas, como el miedo, la ira o la indignación. Esto crea un entorno propicio para la manipulación y el control social. De este modo, estas herramientas aprovechan las debilidades del sistema digital para generar confusión, polarización y desinformación”.

No debe perderse de vista que también la propiedad de las redes sociales está altamente concentrada en pocas manos, lo que gravita decididamente en los contenidos que circulan con mayor frecuencia por ellas.

Avanzar hacia la democratización de la sociedad implica también democratizar las redes sociales, que pese a su apariencia de horizontalidad, juegan un rol que muchas veces distorsiona la realidad, y en ese papel constituye una degradación de la democracia.

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