Francisco, el primer Papa latinoamericano y argentino, murió ayer a los 88 años tras sufrir un derrame cerebral. Su deceso se produjo un día después de que hiciera una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua, en lo que se convirtió en su último mensaje al mundo. Ante 35.000 fieles congregados en la plaza, el Pontífice había afirmado: “No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás”.
El fallecimiento del líder de la Iglesia Católica conmocionó a todo el mundo y en especial a la Argentina de donde había partido en 2013 para participar del cónclave que iba a elegir al sucesor de Benedicto XVI (Joseph Ratzinger). El 13 de abril de ese mismo año, el mundo se enteraba que Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires había sido elegido para comandar los destinos de millones de católicos en el mundo. Su pontificado duró poco más de 12 años y se caracterizó por llevar adelante una reforma interna que tenía como fin dar mayor apertura a la Iglesia.
“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, declaró el cardenal Kevin Farrell, quien leyó el comunicado oficial del Vaticano para dar a conocer la noticia al mundo. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”, añadió.
El primer Papa jesuita y “del fin del mundo”, como él se había presentado cuando asumió, había salido recientemente de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días, hasta su alta médica el pasado 23 de marzo.
Según la información oficial, las causas de su muerte fueron un accidente cerebral, que derivó en un coma profundo y un colapso cardiorrespiratorio irreversible. Este desenlace fatal se dio en el marco de un complejo cuadro de salud, que incluía una insuficiencia respiratoria aguda a causa de una neumonía bilateral multimicrobiana, bronquiectasias múltiples, hipertensión y diabetes tipo II.
Líderes mundiales expresaron sus condolencias tras la muerte de Francisco. Su defensa de los marginados, su postura sobre el cambio climático y sus esfuerzos por modernizar la institución fueron temas recurrentes en los cientos de mensajes de despedida.
En el caso de Argentina, el presidente Javier Milei decretó siete días de duelo. Durante ese periodo, que durará hasta el próximo lunes, la bandera nacional argentina permanecerá izada a media asta en cada uno de los edificios públicos. A su vez, se suspenden los actos oficiales. En un comunicado oficial, la Casa Rosada indicó: “La República Argentina, un país de larga tradición católica y tierra del papa Francisco, lamenta profundamente la partida de Su Santidad y le envía sus condolencias a la familia Bergoglio. El Presidente de la Nación acompaña en este triste momento a todos aquellos que profesan la fe católica y que encontraron en el Sumo Pontífice un líder espiritual”.
Testamento
Por otro lado, el Vaticano informó que el Papa confirmó en su testamento final que deseaba ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Fiel a su estilo humilde solicitó que su féretro sea “sin decoración particular”. También pidió que su lugar de descanso llevara la inscripción de su nombre papal en latín: Franciscus.
“Solicito que mi sepulcro sea preparado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal como se indica en el documento adjunto. El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”, se lee en el testamento publicado.
Protocolo
Antes de su fallecimiento, Francisco modificó la forma en que se realiza la ceremonia fúnebre de un Papa con el fin de simplificarla. El cuerpo del Papa será colocado en un ataúd de madera con interior de zinc, en lugar del antiguo sistema de tres ataúdes. También se eliminó el velatorio privado en la capilla del Palacio Apostólico, por lo que el cuerpo será trasladado a la Basílica de San Pedro, donde permanecerá expuesto en un féretro abierto.
La misa exequial se celebrará en la Plaza de San Pedro y en la ceremonia se evitarán títulos asociados al poder temporal, utilizando expresiones sencillas como “Obispo de Roma” o “Pastor”. Finalizada la ceremonia, el féretro será trasladado a su lugar de sepultura. Francisco dejó expresado su deseo de ser inhumado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma.